La matrona se desboca. Así cargue un desastre, una refinería inconclusa, con sobrecosto; así Rocío Nahle sea cómplice de Cuitláhuac y Cisneros, de la banda que desgobierna y saquea y aterroriza a Veracruz, la campaña ya inició.
Trae un tiradero en Sener, el huachicol en la cima, contratos de energía limpia violados a particulares, negocios familiares y de amigos por casi 5 mil millones de pesos, y no ceja en su empeño por gobernar Veracruz, jugar con la secta obradorista, sentir que los bufones la aman, y que las trastadas de una y otros no alterarán el voto para Morena en 2024.
Y ahí se da el apareo, la cohabitación política, el agasajo de los zánganos a la reina del panal.
A la matrona se le cuida, se le acuerpa, se le usa. Si Nahle sonríe, todos sonríen. Si Nahle ríe, todos ríen. Si Nahle habla, todos aplauden. Si Nahle se enchila, todos callan. En el reino de los egos, luego del de Andrés Manuel, está el de la secretaria de Energía. Y los lacayos lo saben y lo nutren. Y cada loa es un bono.
La matrona, Rocío Nahle, trajo al mundo político a esta casta inmunda, voraz, despiadada y criminal, y ellos, los paridos, se sirven del disimulo y el contubernio, del manto protector cada vez que violan la ley… que es siempre, de día y de noche, con sequía o con lluvia, donde habitan los potentados o donde duermen los olvidados.
Arranca la campaña anticipada con el cuento de que la zacatecana quiere a Veracruz. Nahle acude a la refinería de Minatitlán, en el sur, y aquello deriva en una fotografía para el balconeo oficial. Su peón, Juan Javier Gómez Cazarín, le arma el teatro, un ecumenismo cuatrotero en el que caben los suyos y los otros, los fieles y los traidores.
Rocío Nahle sonríe a sus anchas, y hasta le sobran dientes. Sonríe discreto Amado Cruz Malpica, alcalde de Coatzacoalcos, él sí obradorista de tiempos remotos cuando la hoy secretaria de Energía no soñaba siquiera con acercarse al Partido de la Revolución Democrática.
Sonríe Gómez Cazarín, el arlequín de palacio, bufonazo sin pedigrí, líder del Congreso de Veracruz, de lengua larga y cola kilométricamente peor, cuyo vocero, Guillermo Núñez, es misógino y un fan de la pornografía, exhibido en redes sociales y portales periodísticos. Y sin embargo, sigue ahí.
La cuarta sonrisa es la más forzada. Es Carmen Medel, alcaldesa de Minatitlán, que hace tiempo le dio una patada en el trasero a Nahle y se fue a militar en el proyecto de Sergio Gutiérrez Luna, alias “Gutierritos”, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el que desafía a la secretaria de Energía, le roba aliados, priistas de la línea del ex presidente municipal de Coatzacoalcos, Marcelo Montiel; maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; empresarios, constructores, petroleros de la Sección 10, las huestes de Jorge Wade.
Todos caben en la licuadora de Morena. Carmen Medel se pliega al guión. La imagen la retrata en el redil, junto a Nahle, alineada. El mensaje va para “Gutierritos”, quien habrá de entender que la alcaldesa que tanto le gusta el baile y el trapecio, lo va a traicionar.
Segundo acto: Nahle y la pandilla rapaz alardeando que se impulsa la formación profesional orientada a los grandes proyectos industriales. La circundan, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, con sus obsesiones psiquiátricas con el pasado y su gusto por los presos políticos de hoy; el que no deja un día sin lanzar una amenaza, Eric Cisneros, secretario de Gobierno; el nudista de cantina, hoy secretario de Educación, Roberto Zenyazen Escobar García.
Es parafernalia pura. No hay pretexto que sobre. La corcholata zacatecana va por Veracruz así tenga que montarse en la estafa de la refinería, un triunfo irreal, y divagar en una mentira.
Dos Bocas es un fracaso. Es el espejo de Rocío Nahle. Es su naturaleza, su palabrería, sus alcances, sus argucias y sus maromas cuando el drenaje le estalla y brota la inmundicia que lleva dentro.
Dos Bocas está inconclusa y su costo se ha duplicado. No se concluyó en tres años y el corte de listón fue un acto simbólico con el que la encubrió López Obrador. A esa obra a medio terminar se le llamó “primera etapa constructiva”, un eufemismo que arranca risas y burlas entre los líderes en la construcción de refinerías.
Nahle no tiene más capital político. La refinería del obradorato es símbolo de energía sucia, de renunciar a la nueva ruta energética y al cuidado del medio ambiente.
A la matrona le preceden otras zarandajas. Una, cuando siendo diputada federal, en 2017, lanzó la iniciativa en el Congreso para suprimir el Impuesto Especial Sobre Productos y Servicios (IEPS) para reducir el precio de la gasolina. Ya como secretaria de Energía del obradorato, ni se acordó.
Otra, cuando encabezó la cruzada contra el robo de combustible. Cerró ductos, inmovilizó bombas en gasolineras, acusó a sus propietarios de adquirir gasolina robada, adquirió miles de pipas sin licitación y sin cumplir las especificaciones de ley.
Y el huachicol, que supuestamente ya se extinguió, terminó siendo fuente de financiamiento ilegal en las campañas internas y constitucionales de Morena.
Una más: el amago de cientos de empresas privadas de acudir a tribunales internacionales por la constante rescisión de permisos y contratos para el suministro o autoabastecimiento de energías limpias, aplicándoles retroactividad.
Y otra: El Clan Nahle, la red de familiares, amigos y compadres con los que consuma un saqueo al erario por 4 mil 968 millones 878, 692 pesos en contratos dentro y fuera de Pemex.
Dos Bocas no es capital político para Veracruz. Sube los bonos de López Obrador en Tabasco, en la zona de playas, en Paraíso, municipio en el cual está enclavado el puerto de Dos Bocas y hoy la refinería. Es desarrollo, trabajo, crecimiento comercial, y votos para Morena.
¿Qué le ha dado Rocío Nahle a Veracruz? Nada. O sí. Una pandilla criminal que desgobierna y saquea, que reprime y abusa, que le hinca la uña al erario, que viola sistemáticamente la ley.
Nahle no es acuerpada por lo mejor de Veracruz, por mujeres y hombres de bien, ni por los más éticos, ni por los más probos y honestos.
La circunda su pandilla. La matrona tiene operadores que le envidiaría un gángster: Cuitláhuac, la vedette que usa el poder para encarcelar; Cisneros, el perseguidor de alcaldes; Verónica Hernández Giadáns, la fiscal espuria que lo mismo fabrica culpables que inventa asesinos; Gómez Cazarín, cuya misión es hacer del Congreso de Veracruz un ariete que embista al que no acate la línea; Zenyazen, con el vastísimo presupuesto para educación; Eleazar Guerrero, el primo del gobernador, dispensando contratos por miles de millones de pesos por adjudicación directa; Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad, el nuevo Bermúdez, controlando los territorios en que los cárteles se mueven a placer.
Es el Pacto de los Rufianes. Es la unión de la matrona con los paridos. Rocío Nahle los trajo al mundillo político y les dio sus cuotas de poder en Morena. Los paridos —Cuitláhuac, Cisneros (el único que es anterior a ella en el ánimo de López Obrador), Gómez Cazarín, Zenyazen, Hugo Gutiérrez, Verónica Hernández, Eleazar— generando una ola de terror político y social para cooptar.
Nada, ni Dos Bocas ni la pandilla de palacio, es capital político. La matrona acumula basura, escoria, podredumbre, vicios. Y eso genera voto en contra.
Aún así, la matrona recorre Veracruz.
Archivo muerto
Hay algo más que simplemente restituirle la agencia municipal de Villa Allende a Alejandro Trujillo. Es un golpe a las bases de Rocío Nahle, a Yolanda Sagrero, su candidata, a Pepe Peña, marido de la secretaria de Energía. Tumba el fallo del Tribunal Electoral de Veracruz que por los oficios de su presidente, Roberto Sigala, ordenaba la anulación del proceso e instruía a la Junta Municipal Electoral de Coatzacoalcos a cancelar la constancia de mayoría y convocar a un nueva elección. Por semanas, el cabildo encabezado por Amado Cruz Malpica no se movió. Recibió un apercibimiento del magistrado Sigala, a quien se le quemaban los frijoles por echar por la borda el triunfo de Trujillo. Amagó con multar a los ediles. Y se salió con la suya. El cabildo designó a un agente municipal provisional y emitió una nueva convocatoria para una elección extraordinaria que habría de celebrarse el 30 de octubre próximo. Y en esas andaban cuando se les aparece la Sala Regional del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación y echa abajo la sentencia del TEV, confirmando Alejandro Trujillo. Todo queda en manos de la Sala Superior del Trife donde se verá si Rocío Nahle tiene el poder para anular la elección —y de paso le abre el camino a su protegida, Yolanda Sagrero Ordaz—, o Amado Cruz Malpica sostiene a Alejandro Trujillo como ganador. Pareciera que no fuera algo tan trascendente pero sí lo es. No es Sagrero contra Trujillo sino Nahle contra Amado, así sonrían para la foto de la unidad… “No ganamos más que el Presidente. Tenemos un salario digno acorde a nuestras responsabilidades”, dice la alcaldesa de Las Choapas, Mariela Hernández. No tanto. “Sólo” gana 90 mil pesos al mes, casi lo que percibe el presidente Andrés Manuel López Obrador. O sea, mil pesos menos que la secretaria de Energía, Norma Rocío Nahle García; más que el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez; más que la presidenta municipal panista de Veracruz puerto, Patricia Lobeira Rodríguez, y que los alcaldes morenistas de Xalapa y Coatzacoalcos, Ricardo Ahued Bardahuil y Amado Cruz Malpica. Mariela no preside ninguno de los tres municipios más importantes de Veracruz, pero se cotiza bien, o más que bien. Sus 90 mil pesos al mes, por mal gobernar o gobernar a los tumbos, son equivalentes a los que percibía su antecesor, Miguel Ángel Tronco Gómez, hermano de Renato, lo que no justifica la tarascada que le mete al presupuesto. Mariela Hernández es todo un ejemplar en la austeridad republicana que tanto pregona el Peje López Obrador. Y todavía vocifera que va a proteger el recurso que el pueblo le confía. ¿Con un salario de magnate neoliberal?… Ahí está la huella de los disparos, horadando el concreto. Aún se recuerda el golpe seco de las balas. Y hay quienes vieron a los sicarios trepados en la motocicleta y lanzar las descargas. Aquel no fue un mensaje cifrado para la notaria Yossy Juventina Félix Porras y el Clan Porras; fue un aviso claro, muy claro, para quien lo tenía que entender. Que obedece a una extorsión, a terrenos no pagados, a inmuebles a los que les aparecieron varios dueños, a la disputa de los cárteles Jalisco Nueva Generación y Zetas por imponer su hegemonía en la plaza de Minatitlán, eso ya se verá. Lo cierto, lo tangible es que van tres semanas y la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, no dice “es por aquí”. O ya tiene el móvil pero salen tan malas paradas Yossy, Lupita y su mamá, la ex alcaldesa de Minatitlán, Guadalupe Porras David, que el caso se tendrá que congelar… Sentido adiós al profesor Cristóbal Peña Zavala, incansable luchador social. Su deceso ocurre este domingo 10 y sacude a familiares, amigos, a una inmensa masa que lo vio enfrentar al sistema, argüir en favor de los olvidados, hablar y describir las tropelías del PRI-AN, el saqueo, el atropello, el abuso de los que todo tienen frente a los que carecen de lo más elemental. Nunca quitó el dedo del renglón. Cristóbal Peña, como refiere el ex regidor Claudio Cahuich, daba todo sin pedir nada a cambio. “Siempre quiso ser regidor (por Coatzacoalcos); no se le hizo pero no hubo falta. Desde su trinchera y con sus recursos, hizo el bien”. Militó en el Partido de la Revolución Democrática y sin hacerlo formalmente en Morena, tuvo tanta base social que impulsaba proyectos y candidaturas y ganaba asambleas internas, incluso a la misma Rocío Nahle. Físicamente ha partido. Queda su ejemplo, sus retos, su tenacidad, su lucha, su recuerdo. Un grande, el profe Peña…
Foto: Plumas Libres