Cada mañana, Andrés Manuel abre los ojos y urde el agravio. Suelta la lengua y traza la ruta que lo hace feliz: no cumplir ni hacer cumplir la Constitución, como juró; no respetar la ley; soltar a las hordas que promueven la falsa ratificación de mandato y violar la veda electoral.
Despierta vulnerando la legalidad. Se planta frente al micrófono —las conferencias maromeras como megáfono de poder— y se duele del INE, su némesis, el que lo derrota en todas las encuestas de confianza ciudadana, acusándolo de no promover el circo de la revocación.
Lagañas frescas, aún no se lava el rostro cuando ya fraguó el fraseo, los epítetos y la descalificación, el rollo desgastado, y la inquina, la ruindad, la mala leche con que embiste al órgano electoral al que no le ha podido tumbar ni medio gramo de apoyo popular.
Centra López Obrador el alegato en dos vías: el Instituto Nacional Electoral malo y las acciones de un gobierno bueno… pero en plena veda electoral.
Atiza la revocación de mandato, su nueva obsesión, y usa a organizaciones fachada. Una de ellas, “Para que Siga la Democracia”, aportó casi un millón de firmas falsas, de ciudadanos ya fallecidos, de ciudadanos que desconocían que se usaran sus datos personales. Todo el andamiaje para un fraude electoral al estilo PRI.
Andrés Manuel despierta su día con una preocupación: la consulta para la revocación de mandato no emociona más que a Andrés Manuel, a los suyos, los fanáticos que militan en el obradorismo, dentro y fuera de Morena, su partido político.
La consulta es un fiasco anticipado, desdeñada por amplios núcleos de la sociedad, desairada por costosa —más de 2 mil millones de pesos— cuando en México hay desabasto de medicamentos, de medicinas para niños enfermos de cáncer, cuando se cancelan estancias infantiles, cuando desaparecen fideicomisos sin explicar el destino de sus recursos, cuando se reducen presupuestos a la ciencia y la investigación, sin saber en los bolsillos de qué obradorista fueron a parar.
Y como el pueblo no lo fuma, el presidente mueve el aparato de poder, usando la estrategia de la polémica y el debate, la descalificación al INE, atacando a los que llama conservadores, arguyendo que son las fuerzas que influyen en consejeros electorales para inhibir la participación ciudadana.
Descaradamente difunde acciones de gobierno. Descaradamente anuncia obras. Descaradamente va al aeropuerto Felipe Ángeles, a la refinería de Dos Bocas, al Tren Maya. Adelanta que encabezará el aniversario de la expropiación petrolera en la refinería de Minatitlán.
Habla López Obrador y no se detiene. Viola sistemáticamente la veda electoral. Se regodea sabiendo que nadie, ni con orden judicial, lo van a callar. Aquel que exigía que sus contrincantes se ciñeran a la ley, es un transgresor de la ley. Aquel que urgía a Vicente Fox a cerrar la boca en 2006 —“Cállate chachalaca”— es una chachalaca con diarrea mental.
Se dolía de las campañas negras, del mote con que la mafia del poder lo selló: “Un peligro para México”. Se quejó del uso ilegal de recursos y de la intromisión de gobernadores, senadores, diputados, alcaldes que operaban sin pudor; de Elba Esther Gordillo y Miguel Ángel Yunes trabando alianzas con mandatarios estatales, voto parejo para los candidatos priistas al Congreso federal a cambio de voto duro para Felipe Calderón. Y al final el PRIAN se robó la elección.
Tanto abuso hizo modificar la ley electoral. A instancia de Andrés Manuel y el Partido de la Revolución Democrática, cambiaron las reglas. Se controló el dinero en las campañas. La publicidad en medios debía pasar por el INE y los órganos electorales locales. Se prohibió el denuesto, la descalificación, el agravio. Y se hizo énfasis en que todos respetaran la veda electoral.
Ya presidente, le estorba el orden. Andrés Manuel desprecia la ley. Le brinca el resorte autoritario, imaginándose superior a la Constitución.
No hay conferencia maromera en que no haya una violación a la veda electoral, el período en que no puede anunciar acciones de gobierno, proyectos, obras, logros, con lo que toma ventaja e influye en el ánimo de los que acudirían a la consulta por la revocación.
Desairado por el pueblo, López Obrador identifica sólo un enemigo: el INE. O lo asedia para precipitar su final.
Le regateó presupuesto; intentó que tomaran dinero de fideicomisos para contingencia laboral para aplicarla en la consulta, lo que implica incurrir en delito; centró el ataque en los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama; seis de los consejeros fueron denunciados penalmente por intentar postergar la fecha de la consulta, y con un albazo, con su mayoría Morena-PTPVEM, se aprobó una modificación a la ley para validar que la burocracia obradorista pueda promover la revocación, en plena veda electoral. O sea, burlar la Constitución General de la República.
El precepto se aprobó en la Cámara de Diputados. Luego pasó al Senado. Será votado y una vez publicado en Diario Oficial de la Federación entrará en vigor… a menos que se judicialice, que sea impugnado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se interpongan amparos.
El texto es un traje a la medida: “no constituyen propaganda gubernamental las expresiones de las personas servidoras públicas”.
En plena veda electoral se realizan foros por la reforma eléctrica, y los ponentes son funcionarios de la Secretaría de Energía, de la Comisión Federal de Electricidad, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes de Morena y sus aliados.
En plena veda electoral, gobernadores morenistas suscriben un desplegado exaltando las obras faraónicas del López Obrador.
En plena veda electoral se publicita la frase “Que Siga AMLO” en más casi 300 espectaculares que nadie dice haber contratado pero que Claudia Sheinbaun y los gobernadores de Morena defienden como si los hubieran pagado con recursos públicos.
En plena veda electoral diputados locales y federales toman las calles y reparten volantes, instando al pueblo a votar el 10 de abril, día de la consulta por la “ratificación de mandato”.
Son transgresores de la ley y mentirosos vulgares. Violan la legislación vigente y hablan de una ratificación que no aparece en la Constitución.
Entre todo, hay un mérito en el conflicto. La consulta, el desaire ciudadano, refrenda el rostro ilegal de López Obrador. Ni siendo presidente cambia. Es un violador de la ley, el que tomaba pozos petroleros en Tabasco, el que bloqueaba avenidas en ciudades, el que se apoderó del Zócalo, del Centro Histórico de la Ciudad de México, Paseo de la Reforma y así, sin ver la realidad, sin palpar el agravio a cientos de miles que votaron por él en 2006, perdió gran parte de su base electoral.
La consulta retrata a Andrés Manuel como es. Es la resonancia magnética que llega al rincón más profundo del ser y muestra las lacras, las taras, la esencia malsana, la tendencia a romper la ley.
La consulta es una medición del López Obrador actual, el que perdió el ángel, el arrastre, el que decepcionó a un sector de sus adeptos por no saber gobernar. Si logra convocar a 30 millones de simpatizantes, como en la elección de 2018, habrá mantenido su base electoral. Y será un éxito.
Si la consulta del 10 de abril se equipara a la elección de 2021, cuando Morena y sus aliados se alcanzaron sólo 16 millones de votos, será un fracaso.
Cualquier cifra menor será el síntoma de que el líder social se halla en extinción.
Cada mañana, López Obrador abre los ojos, ve el escenario, cae en la cuenta que sólo el obradorismo piensa en la ratificación. De ahí la agitación, las hordas morenistas en las calles, los casi 300 anuncios espectaculares contratados al costo que sea, las maniobras en el Congreso, la aprobación de acuerdos que transgreden la ley, el asedio al INE. Todo en plena veda electoral.
Es la desesperación.
En algún zacate perdió la flauta el encantador de serpientes y ya no sabe qué hacer.
Archivo muerto
No teniendo de qué acusarlo, a Rogelio Franco le imputaron ultrajes a la autoridad. Y así se convirtió en el primer preso político del gobernador Cuitláhuac García. Aquel 13 de marzo de 2021, un año ya, fue interceptado en Tuxpan, al norte de Veracruz, y le mostraron una orden de aprehensión por violencia intrafamiliar. Exhibió el amparo otorgado por un juez federal. Aún así, el líder perredista fue detenido, acusado de ultrajes a la autoridad, de haber roto la orden de aprehensión, de haberle rasgado la camisa a un policía y que ese policía tuvo que ser sometido a tratamiento psicológico. Qué jodido ha de estar un policía que se trauma por tener que aprehender a un político. Una trama mal armada, un embuste total. En agosto de 2021, un juez federal lo volvió a proteger. Otorgó amparo contra la vinculación a proceso y ordenó que se modificara la medida cautelar de prisión preventiva de ocho meses. La Fiscalía de Cuitláhuac García impugnó, y agregó nuevos delitos. Adquirió así condición de preso político, retenido tras las rejas para evitar que tomara posesión como diputado federal plurinominal en la bancada del PRD. Un año después, dos jueces federales postergan la resolución en los juicios de amparo tramitados por Rogelio Franco Castán. Ricardo Mercado Oaxaca ha dilatado 11 meses su sentencia; Daniel María León Linares lleva siete. Así lo expone Roxana Luna Porquillo, presidenta del Consejo Nacional del PRD. Un año ya y Rogelio Franco entra en el beneficio de la declaración de inconstitucionalidad emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación al artículo 371 de Código Penal del Estado de Veracruz, con retroactividad al 12 de marzo de 2021. Si el gobernador Cuitláhuac García y la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns no acatan la sentencia, serán procesados. Y Rogelio Franco lo va a gozar… Jorge Yunis yace sentado sobre un barril de pólvora. Es la Dirección de Ingresos del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Por ahí se captan los recursos municipales. Pero hay un rubro que es jugarse la vida: los giros negros. A bares, cantinas, depósitos de cerveza; a los table dance, les deben cobrar su respectiva contribución. Sólo les “deben cobrar” porque en los hechos, el que los capta es el crimen organizado. Con los giros negros ninguna autoridad se mete. Recuérdese el levantón a Elías Omri Gutiérrez Gordillo, primer director de Ingresos en el ayuntamiento presidido por Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Unas horas en poder de la delincuencia y regresó suavecito y cooperando. Y con el mensaje al alcalde: “con los giros negros, no”. Dilema para Jorge Yunis Manzanares, que conoció de tú a tú a los capos en sus días de director de la Policía Municipal en la primera alcaldía del priista Marcelo Montiel, y luego como subprocurador de Justicia en la zona sur en el gobierno del también priista Fidel Herrera Beltrán. Dilema porque si no ejecuta el cobro a los giros negros estará incurriendo en incumplimiento del deber legal, y si intenta arrinconar a los malosos le van a aplicar la misma que a Gutiérrez Gordillo. Y Yunis ya no está para soportar un calambre de ese voltaje. Sabe que está sentado en un barril de pólvora. Una chispa y ¡pum!. De giros negros Jorge Yunis sabe más que nadie. Si no, que les pregunten a los del Extravagance, donde confluía con dos líderes zetas, Erick David López y Braulio Arellano Domínguez, El Gonzo, según el contenido del expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/528/2009 de la SIEDO, el área de la extinta Procuraduría General de la República investigaba a narcos de peso real. Pero esa es otra historia… Si se trata de violar la ley, Sergio Guzmán, el diputado de Morena, es el rey. Viola la veda electoral y de paso amedrenta periodistas. Andaba en las calles de Nanchital, municipio gobernado por Esmeralda Mora, la comadre insípida de Rocío Nahle, en franca promoción a la consulta pública por la revocación de mandato, el show pejista que retrata los delirios del presidente por sentirse el motor electoral de la nación. “Que siga AMLO”, reza el slogan en la camiseta del diputado por el distrito XXX. “Que siga la democracia”, se alcanza a leer. A la prensa que lo capta, que le imprime fotografías, Sergio Guzmán la insta a no difundirlas, so pena de “tronarlo en el Congreso”. Al truhán de Agua Dulce, municipio que mal gobernó de 2017 a 2021, dejando huellas de corrupción, adquisiciones chuecas, evasión fiscal, obras de mala calidad y hasta de la pavimentación de la calle en que reside, le gusta enmascarar sus fechorías. Luego de violar la veda electoral, acude al palacio municipal, se toma una foto con la alcaldesa Esmeralda Mora y la sube a las redes sociales. Pero el delito se acredita con todas las de la ley… Gersaín baila al son que le tocan Amado Cruz, el alcalde, y Morena. El SUEM ya es morenista. Es auténtica borregada pejista. Una parte de gremio, los de contrato, toman la matraca, suenan el tambor y se unen a coro que transgrede la ley promoviendo la consulta para la revocación de mandato —los pillos le llaman “ratificación”— en plena veda electoral. Al gremio de Gersaín Hidalgo, regidor municipal y líder real del Sindicato de Empleados al Servicio del Municipio de Coatzacoalcos (SUEM), se le ve asistiendo al foro por la reforma eléctrica que presidieron el alcalde Amado Cruz Malpica y la senadora y secretaria general del comité nacional de Morena, Citlali Hernández. Antes fueron llevados al foro de los allegados a Nahle en Minatitlán. ¿Que los sindicalistas fueron por decisión propia y no enviados de Gersaín Hidalgo? Entonces peor, porque el líder ya no controla ni a sus huestes. Gersaín resultó más traidor de lo que su gente imaginaba. Hace un año se bajaba el blúmer por el priista Carlos Vasconcelos y ahora suplica por ser favorito en el harem de Amado Cruz…
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