* Cuitláhuac, a Prevención del Delito * Apabullado por masacres, secuestro, ejecuciones * Maquillaje a la estadística de sangre * Caso Bartlett aniquila a la 4T * Alejandro Rojas, otro farsante * Agua Dulce: más obras de ínfima calidad * Cancún: la ex cuñada de Felicia, el asesino, el narco * Sedema: la secretaria ya no cabe en el gabinete
Si Cuitláhuac no ríe, Veracruz sí. Hecho trizas por los cárteles, los que mueven droga e invocan muerte, los que mutilan y ajustician, los que cogobiernan desde el poder de la violencia, el gobernador hoy es comisionado de Prevención del Delito en el Consejo Nacional de Seguridad Pública.
Su cargo es, diríase en jerga jarocha, la última gracejada de Andrés Manuel. Cuitláhuac García, el gobernador que se arrodilla ante los violentos, el que se arrincona ante la ley de Plata o Plomo, el que se evade y prefiere irse a bailar, hoy formula acciones para prevenir la delincuencia en el país.
Ser inepto, pues, lleva su premio.
Payasada de mal gusto, burla a las víctimas y a los que demandan justicia, el nombramiento de Cuitláhuac García Jiménez se da en el seno del Consejo Nacional de Seguridad Pública, ideado y orquestado desde la intimidad política, en los entuertos mentales, las puntadas delirantes del presidente López Obrador.
Veracruz, desde los días del priista Fidel Herrera Beltrán, es tierra de cárteles. Con el de Nopaltepec se arraigó el poder del Cártel del Golfo y luego del dominio de Los Zetas. Y con una política de Estado criminal, la negación de los grupos delincuenciales, la orden a los medios de comunicación de la corte fidelista para omitir el término “zeta”, la connivencia policía-delincientes que llevó a la multiplicación de la violencia y la impunidad.
Desde entonces mandan los cárteles. Primero el Golfo, luego los Zetas, hoy el Cártel Jalisco Nueva Generación y seis escisiones más. Con Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes, Veracruz ha visto la disputa por el territorio, por sus carreteras y caminos vecinales, por las plazas y la complicidad policíaca, por el control del aparato judicial.
Y con el gobernador emanado de Morena, el “Sabadaba” Cuitláhuac García, las masacres y el cobro de piso in crescendo, ciudades bajo fuego, el éxodo de sus pobladores, la inversión que se esfuma, la economía en crisis, pueblos fantasma. Y la delincuencia que avasalla todo, que somete alcaldes y hombres de poder, imponiendo su ley, provocando la ruptura del orden social.
Y en ese escenario de violencia y muerte se da del nombramiento de Cuitláhuac en la Comisión para la Prevención del Delito en el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Qué broma tan cruel.
Necio como es, Andrés Manuel no repara en la contradicción del nombramiento a Cuitláhuac García. El gobernador de Veracruz lleva un año sosteniendo que la prevención del delito no es responsabilidad del Ejecutivo sino de la Fiscalía estatal. Con ese argumento embestía al fiscal yunista, Jorge Winckler Ortiz, atribuyéndole las culpas por el disparo en el índice delictivo, exculpando a la Policía Estatal, cuya función es preventiva. Y hoy le toca prevenir y callar.
Su cargo no sólo es un contrasentido. Es incongruencia y sinrazón. Es un premio a la ineptitud.
Veracruz es territorio violento. El paisaje urbano literalmente se tiñe de sangre. Se multiplican las ejecuciones, la violación de mujeres, los crímenes de odio, el secuestro, el cobro de piso, atentados molotov e incendios a comercios cuyos propietarios se resisten al pago de cuota, y ahora el surgimiento de autodefensas en Santiago Sochiapan, en la frontera con Oaxaca.
Y el gobernador pensando en bailar.
Cuitláhuac ha sido juguete de los cárteles. Los de Jalisco le toman carreteras, incendian camiones de mercancías, persiguen patrullas de la Fuerza Civil, rafaguean cuarteles y cuando se relaja la vigilancia en “sus” territorios, vuelve la paz. Es la pax narca.
Veracruz puerto y Boca del Río son escenario de agravio a la mujer. Ahí, donde gobiernan los panistas, Fernando Yunes Márquez y Humberto Alonso Morelli, prolifera la violación y el feminicidio, disparando la estadística de muerte. El narco está en casa.
A diario la violencia sacude a Veracruz. A las puertas del palacio municipal de Atzacan fueron dejados cuerpos mutilados. En Las Choapas, fusilan a tres turistas, se registran ejecuciones en la vía pública, o los niños son levantados y aparecen muertos. En Coatzacoalcos vuelve la muerte, mujeres atacadas y asesinadas. En Minatitlán y en la región de Córdoba ultiman a taxistas.
De la masacre de Minatitlán no hay avances. Nueve meses después la Fiscalía de Veracruz evade el tema. La hipótesis del narcomenudeo —la del fiscal depuesto, Jorge Winckler— continúa siendo la línea más sólida, pero ahora está en manos de la Fiscalía General de la República, y el gobernador se deslinda. Ahí murieron 13 personas, entre ellas un menor de un año de edad. El móvil habría sido un ajuste de cuentas a un transexual, La Becky, propietario de negocios que supuestamente eran puntos de venta. Cambió de cártel y le cobraron la traición.
La historia de terror no cesa. Un video muestra a individuo que confiesa su participación en la masacre. Su cadáver apareció colgado del Puente Diez, entre Minatitlán y Cosoleacaque.
Otra masacre, la del table dance Caballo Blanco, en Coatzacoalcos, no tiene respuesta. Presume Cuitláhuac García la existencia de un detenido que oficialmente no fue puesto a disposición de ningún juez. Teñido de sangre, el escenario violento podría, cuando menos, testerearle la vergüenza al gobernador. Pero la vergüenza no se cuenta entre sus virtudes.
Van tres crímenes de índole política y el gobernador ni se inmuta. Las víctimas ocuparon cargos públicos, dirigieron organizaciones partidistas, fueron figuras del PRI y la oposición.
Juan Carlos Molina Palacios era líder del sector campesino del PRI, dirigente cañero, amigo del ex senador, hoy diputado federal, Héctor Yunes Landa. A las puertas de su rancho, en Medellín de Bravo, un comando lo rafagueó y le segó la vida. Días antes había denunciado el contrabando de reses provenientes de Centroamérica, negocio en el que participa una mafia política de Veracruz.
Otro amigo de Héctor Yunes, el ex alcalde de Paso del Macho, Rafael Pacheco Molina, perredista, fue asesinado provocando la repulsa de la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática.
Frente al crimen político, el gobernador Cuitláhuac García demandó a la Fiscalía de Veracruz seguir las pistas “aun aquellas que tengan que ver con que ejercía un cacicazgo en la zona”. Eso es revictimización. Lo expresó el gobierno oficialmente y lo secundó el secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos. Hoy el PRD demanda que éste sea citado a declarar.
Otro crimen político, el de Pedro Muñoz Mora, ex alcalde priista de Omealca, también dirigente de la CNC, cuando circulaba en una carretera del lugar.
Terrible la debacle veracruzana, la oleada violenta, la seguridad hecha añicos y Andrés Manuel cierra los ojos a la realidad. Y maniobra.
Cuitláhuac García presume disminución de los índices delictivos. La estadística oficial de la 4T lo secunda. Ahora Veracruz, en el papel, tiene mejor registro que Yucatán, el estado con mayor seguridad del país.
La Fiscalía estatal con Verónica Hernández Giadáns, la fiscal pelele al frente, reclasifica los feminicidios y reduce el récord de ataques a la mujer.
La treta es deplorable. Maquilladas, las cifras de violencia no mitigan la realidad ni la percepción ciudadana, el miedo a andar en las calles, el temor a los cárteles que van por su cuota, que amedrentan y al que se resiste le incendian el establecimiento comercial, el agravio a la mujer, la violación, la muerte y la indefensión.
Y entre el escenario violento, Cuitláhuac pasa de analfabeta funcional de la 4T a comisionado de Prevención del Delito en el Consejo Nacional de Seguridad Pública.
Un premio a la ineptitud. O una burla de Andrés Manuel.
Archivo muerto
Maltrecho, Andrés Manuel López Obrador colecciona sátrapas y ladrones en el cuadro de horror de la 4T. Exonera, vía la secretaria de la Función Pública, Eréndira Sandoval, otra leguleya de internet, a Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad, ex priista, herencia del salinismo, inmobiliario rapaz de quien el hoy presidente de México formuló hace 24 años una radiografía en el libro “El Imperio de la Corrupción”, y que hoy se niega a recordar. Encubierto por el clan cuatrotero, Bartlett acumula por lo menos 23 propiedades que suman más de 80 millones de pesos y 12 empresas. Encubierto, la libra cuando la SFP aduce que sólo lo puede investigar y en su caso sancionar por actividades que daten del 1 de diciembre de 2018 cuando asumió funciones de director de la CFE, a la fecha. Así haya discrepancias en su declaración patrimonial, así haya omisiones de bienes que ocultó, así tenga una fortuna a nombre de su concubina, Julia Abdala Lemus, con quien vive hace 20 años, y de sus respectivos hijos, Bartlett es purificado con el agua bautismal del pastor Andrés Manuel. Su inocencia es una treta, dejando de lado la evidencia de culpabilidad. Eréndira Sandoval, la mitotera de la 4T, es copia fiel de Virgilio Andrade, ex titular de la SFP que exoneró a Enrique Peña Nieto y su entonces esposa Angélica Rivera, por la Casa Blanca, que tampoco fue incluida en la declaración patrimonial del ex presidente de México. La de EPN costaba 86 millones de pesos; las de Bartlett, 800 millones, 10 veces más. Marca a la Cuarteada Transformación el Caso Bartlett. Lo remite al ámbito de la complicidad. Moralmente derrotado y vilipendiado, Andrés Manuel exige pruebas de la corrupción de Bartlett, que el periodista Carlos Loret de Mola y Arelí Quintero lograron hallar y difundir en dos reportajes: “Bartlett Bienes Raíces” y “Bartlett, S.A.”. La 4T es otro remanso de corrupción. Andrés Manuel igual. Y si faltaba un alarde infame, el Dios Peje remata el episodio con la fotografía en que se les ve degustando una suculenta barbacoa de complicidad. Moralmente la 4T murió… Años después, Alejandro Rojas Díaz Durán sigue vacío. Llega a Veracruz, al sur, y describe el caos que reina en Morena, un alcalde hecho una desgracia, el de Coatzacoalcos, Víctor Carranza Rosaldo, gestor de una crisis que ha de golpear electoralmente a Morena; un gobernador, Cuitláhuac García, anquilosado, sin resultados, sin gobierno, atrapado en sus limitaciones. Cuenta Rojas Díaz Durán que así, con un gobernador de mediano nivel y alcaldes ineptos, en 2021 se quiebra Andrés Manuel López Obrador. Con ese lastre, con esa escoria, las huestes de Morena se pulverizan, advirtiendo la derrota de la 4T. Y súbitamente el ex priista se vuelve chairo. Y llega la patraña. Sugiere Alejandro Rojas la perpetuación de Andrés Manuel. Le pedirá que dejando la presidencia de México sea gobernador de Tabasco. O sea, de Papa a cardenal. La democracia usada para no soltar el poder. Mayúsculo servil, matraquero vulgar, ya se ve por qué Alejandro Rojas fue un apestado en el PRI y no tiene con qué ser líder nacional de Morena. No dispone de un gramo de potencial, ni estatura política, ni empaque, ni dignidad… Arden los ánimos en Agua Dulce y su alcalde, Sergio Guzmán Ricárdez, hierve en la hoguera de su medianía. “Una burla”, reclaman sus gobernados en la colonia Solidaridad. “Una burla”, las calles recién estrenadas que ya presentan daños y deterioro. “Una burla”, le expresan al rufián timador por la ínfima calidad, las fracturas en el pavimento. Afloran los vicios ocultos que evidencian falta de supervisión y nulo control de calidad. Y así, reflejan en las redes sociales, el mercado y la Casa de Cultura en el municipio hidrómilo. Su obra pública es publicidad engañosa y el alcalde, un fraude. Mentiroso profesional, Sergio Guzmán le regatea a la diputada federal de Morena, Tania Cruz Santos, las gestiones para reparar tres calles en Agua Dulce y los trabajos de remozamiento de la carretera a El Burro, entronque con la autopista Coatzacoalcos-Villahermosa. Tania Cruz sostiene que fue gestión ante el gobierno federal; Sergio Guzmán afirma que lo tramitó ante el gobernador Cuitláhuac García Jiménez. Y así el duelo entre morenistas timadores mientras la sociedad reclama que lo invertido en las obras del alcalde de Agua Dulce son como él, un fiasco monumental… Sesgo ardiente, quemador, el que toma el crimen de la ex cuñada de Felicia Parra Moguel: el narco. Hay un detenido y se le hallaron dosis de droga. Habría ultimado a Rocío Mendoza Estrada en Cancún, por un lío relacionado con un negocio en la playa, pero el tipo tenía en posesión “algunas dosis de droga”. Según la Fiscalía de Quintana Roo, la ejecución de la ex pareja de Jorge Parra Moguel, hermano de Felicia y “cuñado” del priista, marcelista y ahora operador morenista, Víctor Rodríguez Gallegos, no encuadra como feminicidio. No obsta, sin embargo, para continuar las pesquisas sobre las golpizas que Rocío Mendoza recibía cuando vivía con Jorge Parra, cuyas denuncias datan de hace 14 años y nunca caminaron. Esa línea de investigación sigue abierta. Pero el tema del narco va más allá de Cancún. Actualiza, por ejemplo, una vieja imputación de narcomenudeo a otra de las Parra Moguel, en Coatzacoalcos en tiempos de Erick David López, jefe zeta. Mejor que la Reina del Sur… ¿Sabrá Rocío Pérez que tiene los días contados en la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno de Veracruz, que su cargo es el más negociable del gabinete de Cuitláhuac García, que hará unas semanas su relevo estaba cantado y que el nuevo titular de la Sedema sería un alcalde del sur, el peor de todos, que no da una y que su municipio es foco rojo para Morena con vistas a la elección de 2021? Doña Rocío: el gobernador ya no sabe cómo quitársela de encima…
Foto: La Jornada Veracruz