Narco: la prensa de los pantanos

* Las masacres y el silencio  * Periodismo agasajado en el lado oscuro  * CAEV: un millón en salarios a personal de confianza  * Y la secre de oro, intocable  * Taxistas ejecutados  * La musa de Edel compite por ser magistrada  * Paty Peña no nos aporta votos: Pepe Uribe  * Téllez Marié: hora de parar  * PRI-Morena: tras el negocio de la limpia pública

Por una migaja, el narco —o el que le compra todo al narco— tiene su pull de prensa, la banda que lo adula o que ve y suele callar, la que sabe de muertos y sangre y los deja pasar, la que teniendo la pista de fosas y masacres decide no informar. Por una migaja, el narco les compra el silencio cómplice.

De un “chayote”, un fajo de billetes, un obsequio, un viaje, se sirve el narco —o el que le blanquea todo al narco— para el control de los medios, domesticando, atrayendo a una prensa afín, proclive al halago y la dádiva, irreflexiva y amoral, pues lo que llega a sus manos sabe que tiene tufo a crimen.

Con plata, más que plomo, los narcos —o a los que les integran ya carpetas de investigación en la SEIDO— tienen su prensa leal, permeando medios de comunicación que hablan de vendettas y ejecutados pero juran no saber quién controla al cartel y quién lo encubre desde el poder.

Cuando el maloso se vuelve mecenas, hasta el periodista cruje.

Espinoso, el tema raya en la narcoprensa. O raya en el periodista que no mide su destino, quizá violento, al trasponer la frontera del lado oscuro done ya no hay cómo regresar.

Es la prensa ruin que no desentraña las causas de la violencia ni informa para llegar a la verdad. Lo suyo es aplaudir a quien la corteja, sean malos entre los malos o peores entre los peores. O sean lavadores de recursos sucios, o compradores de mercancía robada, o responsables de sepultar evidencia.

Son los medios y periodistas que primero se dejan permear por el poder y luego entran en el juego del crimen organizado. Son los dueños de las prensas, o los magnates de la radio, o los amos de la TV, que viendo a sus reporteros de nota roja vivir entre la espada y la espada, entre la voz de un sicario que ordena no publicar y la de otro que instruye lo contrario, no mueven un dedo por salvarles la vida.

O los periodistas que conviven con los mecenas, recibiendo halagos y obsequios, dinero y fiesta, el chayote cash o en especie.

Hay otros que son publirrelacionistas del narco, enlaces de los capos o los lavadores con un sector del gremio. Uno llamado “zetita” por el falso general Bermúdez, ex secretario de Seguridad; otro que sirve de correo para transmitir el código de silencio a los que tocan la información que hiere a sus amos; otro que a diario, a la 1 PM, ni un minuto más, ni un minuto menos, recibe la llamada, endurece el gesto y sólo responde “sí, señor”, sí, señor, “sí, señor”.

Frente a una prensa que documenta la violencia y la barbarie a la que fue llevada Veracruz, hay otra prensa que come en el plato del narco o sus lavadores.

Frente a los periodistas muertos por tocar las fibras sensibles de la colusión política-crimen organizado, hay otros “periodistas” que cuidan al maloso, lo exaltan, le aplauden.

Es esa la prensa de los pantanos.

Nunca dijeron algo del H, ni del Caballero, ni del Gonzo, ni del Metro, así los vieran en las páginas de sociales conviviendo con lo más granado de la sociedad, bebiendo la copa con el jet set, sonriendo a la lente que los inmortalizó, en carreras de caballos, en antros o restaurantes muy chic, inmunes todos a la ley.

Así es en el sur, en Coatzacoalcos y Minatitlán, o dentro y fuera de Veracruz, o en el resto el país. Son los rasgos de la narcoprensa que terminó en manos del crimen organizado al que por razones de su profesión, debió exhibir.

Hay otro sector en los medios que ni chayo ni prebendas recibe. Y hacen bien. Como pueden, cubren la nota, la ejecución, el secuestro, llegando a la escena del crimen, al hallazgo del cuerpo embolsado, mutilado. A esa parte del gremio la asedian los malosos y a diario la amenazan, y la policía, como si fuera narcopolicía, les impide su labor. Ellos, como héroes, no se han dejado contaminar.

Tienen los capos su prensa, sus enlaces, los que dictan la nota, los que exigen qué se debe publicar y qué no. Y son los que llevan el mensaje de muerte.

Callan las masacres, las fosas clandestinas, la tortura, el secuestro. Y ensalzan al criminal o al lavador en notas que asquean, lisonja sin ética.

Es la prensa de los pantanos.

Otros narcoperiodistas son peores aún. Cuenta de ellos Ignacio Carvajal, en su reportaje “La otra matanza que Javier Duarte ocultó”, publicado el 7 de diciembre en el portal Blog Expediente.mx, del maestro Luis Velázquez.

Refiere el hallazgo de 27 fosas clandestinas en el rancho El Renacimiento, al norte del puerto de Veracruz, con 59 restos humanos, sin precisar el número exacto de víctimas, sólo “59 restos” en general, de acuerdo con un reporte de la Fiscalía de Veracruz, derivado de una solicitud de información.

Habrían sido ubicados el 6 de septiembre de 2011, cuatro días antes de la masacre de Plaza Américas, en la zona comercial y turística de Boca del Río, cuando grupos del crimen organizado arrojaron 35 cadáveres sobre la avenida Ruiz Cortines, a los pies del monumento a Los Voladores de Papantla.

Del Renacimiento nada dijo Javier Duarte. Nada expresó el entonces procurador, Reynaldo Escobar, aquel que en sus días de secretario del Gobierno de Fidel Herrera Beltrán, respondía que la únicas zetas que conocía eran las del alfabeto. Así de cómplice.

Corrió la versión y también el silencio oficial. Y llegaron las amenazas, los amagos de los malosos y hasta de la narcoprensa.

“En esa ocasión —cita Ignacio Carvajal—, los pocos reporteros que dieron cuenta del movimiento policíaco resultaron amenazados por la delincuencia y las autoridades, incluso, mismos periodistas se prestaron al acoso y evitar que ese ‘rumor’ siguieran corriendo en las redacciones o que llegara a oficinas de medios nacionales en la Ciudad de México.

“En esos días, varios periodistas recibieron llamadas en las que los amedrentaban y les prometían un destino mortal si seguían preguntando o se escribía de ese tema en Renacimiento”.

“Hijoputas”, decía Javier Duarte que eran los malosos y “manzanas podridas” llegó a expresar de los periodistas que andaban mal.

Infame su frase, salpicó al ex gobernador cuando Veracruz entero sintió su pacto con el crimen organizado, Los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación, cuando sus policías se vincularon a los malosos y les sirvieron para el levantón, cuando su aparato judicial les allanaba el camino a la libertad, cuando dueños de medios y reporteros hicieron causa común con la delincuencia.

Un sector del gremio de prensa muere por informar, sufre el asedio de los malosos y el acoso del aparato de poder, por documentar cada crimen, cada atropello a la ley.

Otro sector de los periodistas convive con el narco o el lavador, sus notas a cambio del “chayo”, el fajo de billetes, el obsequio, el viaje, o eventos que se financian con recursos sucios.

Es la prensa de los pantanos.

Archivo muerto

Un millón 155 mil pesos al mes le cuesta a la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos sostener a la casta de confianza, los amigos de Rafael Abreu; los que llegaron con Víctor Esparza Pérez, titular de la Comisión de Aguas del Estado de Veracruz; los del regidor municipal, Luis Rendón Martín; los del ex alcalde Marcelo Montiel, y hasta los de Tony Macías, el suegro incómodo del Javier Duarte, que por increíble que parezca siguen ahí. Son 83 personajes, unos laborando, otros 16 que son viles “aviadores”, que le muerden a la nómina un millón 155 mil 162.66 pesos mensuales, y otros que laboran para empresas contratistas y cobran en CAEV. Una más se agrega a esa cúpula de oro, donde se gana hasta por no trabajar: Anel Laura Hernández. Es la atractiva secretaria de Emmanuel Doroteo Valentín, subdirector de Administración y Finanzas, de triste memoria en la CAEV de Acayucan, donde si no lo remueven a tiempo, seguro que los usuarios lo linchan. Hay instrucciones precisas de no hacer un sólo comentario sobre Anel Lau, que obviamente los empleados no acatan. Entre dientes se la comen viva. Murmuran y hasta se exceden. Se cuentan historias sobre su intensa vida social, sus asiduas visitas al Acuyo, su cercanía con un acaudalado empresario de la familia Vasconcelos. Y eso que están conminados a callar o se van. En plena austeridad, y cuando a los empleados de confianza les reducen el salario por órdenes del director de CAEV, Víctor Esparza Pérez, Anel Lau, la secretaria de los ojos azules, llega como la nueva reina de CMAS. Y eso que no hay pagar cubrir salarios a tiempo. ¿Por qué será?… Cinco crímenes bajo el sello de Los Zetas. Rafagueados, los cinco taxistas de Coatzacoalcos perdieron la vida y uno más logró llegar al hospital Comunitario, sumamente grave, donde lucha por sobrevivir. El ataque ocurrió casi a la medianoche del miércoles 6, en el lavado de autos “El Güero”, ubicado en la calle Gloria Corrales casi esquina General Anaya, colonia Esperanza Azcón. Habría sido una acción de zetas calentando la plaza por la irrupción del Cártel Jalisco Nueva Generación. Violentísimo el Coatzacoalcos de hoy. Con toda su brutalidad, la mano de los malosos van contra el gremio taxista. En marzo 17, cinco taxistas mueren acribillados mientras sostenían una reunión en un domicilio de la colonia López Mateos. En agosto 24, dos trabajadores del volante pierden la vida; uno de ellos conducía el taxi en que viajaba Zeferino Almendra Delgado, alias El Sicario, preso por ser parte de la banda de Hernán Martínez Zavaleta, el Comandante H, liberado por el juez Rubén Reyes Rodríguez y ultimado 20 minutos después de abandonar el penal Duport Ostión. El 15 de septiembre hubo dos crímenes de taxistas, uno por la mañana, cerca del ADO, otro al anochecer, en la colonia Frutos de la Revolución. El 25 de septiembre, dos taxistas más en la colonia Puerto México. Y este miércoles 6, Los Zetas ultiman a cinco conductores de taxi… Hay fiesta en el Edén. La musa judicial, Luisa Samaniego, va que vuela para magistrada. Llega la ex proyectista, hoy jueza de pifias y desatinos, a la terna de la cual saldrá el presidente del Tribunal de Justicia Administrativa del Poder Judicial de Veracruz. Contiende contra el ex secretario particular del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, Pedro García Montañez; el ex director jurídico del municipio de Xalapa, Alejandro Pérez, y la jueza de control, Estrella Iglesias Gutiérrez, la encargada de vincular a proceso penal a los sátrapas del duartismo. Con más yerros que aciertos, imputada de conceder pensiones alimenticias de hasta 40 por ciento del salario, violentando el derecho de audiencia y actuando de manera parcial, siendo jueza octava de lo Familiar, en Xalapa, Luisa Samaniego Ramírez le debe todo a su manager, Edel Álvarez Peña. No da una en los tribunales la musa de Edel y pronto será magistrada. Se ve que echando a perder se aprende… Si su voz cuenta, es no. Si Pepe Uribe pesa en el PAN, Patricia Peña no pasa el filtro de la alianza Por México al Frente y su candidatura se le esfuma. Refiere el regidor municipal que la ex diputada federal priista no aporta votos, nada hizo en el Congreso y no es tiempo de cachar priistas para contender por las próximas diputaciones federal y local por Coatzacoalcos, en 2018. “A mí me queda la duda si Paty Peña cumplió con su cometido y que pudiera sumarnos el número de votos. No es momento de rescatar a priístas en el PAN”, acusa Uribe. “En vez de ayudar perjudica para la próxima elección”, agrega. “Hay que aprender de la experiencia pasada donde a pesar de que Jesús Moreno ha trabajado en las colonias, no (nos) favoreció el voto, y si no, se le está poniendo en bandeja de plata a Morena para que gane sin candidato en la próxima elección”, sentencia. Cortés, cauto, Pepe Uribe no fue más allá. Y no destrozó a la ex diputada priista. Patricia Peña Recio es cáustica. Todo lo corroe. Su peor momento, siendo diputada federal, fue aquel en que tildó a los migrantes indocumentados de “rateros, prostitutas y delincuentes”. Sin Juan Nicolás Callejas, su mentor en el sindicato magisterial, ahora es nada. Y sólo le queda “El Tortas” para llorar… Presionado al máximo, amenazado, Jaime Téllez Marié finalmente se quebró. Iniciaba el cuarto informe del alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, cuando perdió el sentido el Secretario de Seguridad Pública de Veracruz. Volvió del desmayo minutos después, siendo llevado a la Beneficencia Española. Tendrá que parar. El diagnóstico se ciñe al exceso de trabajo, el estrés, su precaria alimentación. Hay otra lectura: la violencia de los cárteles, los niveles de inseguridad, su vida en riesgo, los mutilados y los mensajes que lo sentencian a muerte. Cercanísimo al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, de quien es abogado y amigo, Téllez Marié está en la SSP cuando ese cargo estaba reservado para un general del Ejército. Lo suyo habría sido la Fiscalía General, con más empaque, experiencia y colmillo que el fallido Jorge Winckler. Un desmayo que alerta, que lo obliga a parar. Un desmayo que serviría a Yunes azul para mover piezas y reencauzar la estrategia para mitigar la violencia en Veracruz… Ya en el poder, de enero en adelante, PRI-Morena va también por los negocios. Uno de ellos, la limpia pública de Coatzacoalcos. De entrada, la compra de camiones recolectores, de costo millonario, llevándose la mejor y mayor tajada un corruptazo llamado Mariano. Siendo el PRI-Morena, qué se podía esperar…

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Foto: Sneeze it

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