Arturo Bermúdez

Arturo Bermúdez criminaliza a familiares de desaparecidos

Desvaría el “general” Bermúdez. Dice que su Fuerza Civil no reprime, no se involucra, nada tiene que ver con la desaparición de cinco personas, que es “ajuste de cuentas”, una vendetta. Y a los familiares que protestan, que bloquean carreteras, que exigen que los regresen vivos, los llama delincuentes, los criminaliza.
Arturo Bermúdez Zurita llegó a Coatzacoalcos el viernes 22. No traía en su agenda el paradero de las cinco personas, en su mayoría jóvenes, levantados entre el 11 y el 16 de mayo, pero sí la descalificación.

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Armando Saldaña: el asesinato y la manipulación

Armando Saldaña Morales tenía signos de tortura, su cuerpo lacerado, la oreja desprendida, pecho y pies quemados y cuatro impactos de bala. Súbitamente, dijo la justicia oaxaqueña que no murió asesinado, que andaba ebrio, lo golpearon, resbaló y se desnucó. Y más tarde, desnuda la infame versión, presenta al supuesto criminal.
A los tumbos se va tejiendo —y enredando— la investigación ministerial en torno a la muerte del periodista de Tezonapa, conductor de noticiarios en la K-Buena, titular en el espacio “La Grilla, Punto y Debate”, y del periódico La Crónica de Tierra de Blanca.

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Javier Duarte, la violencia, el PRI y el voto de castigo

Cobijado por el PRI, solapado por los priístas, Javier Duarte llegó a Veracruz a desgobernar, a consumar la quiebra financiera, a enraizar la inseguridad, arrodillado ante los cárteles, presa de la violencia y el baño de sangre. Y todavía pide el voto para el PRI.
Se multiplican los muertos en un escenario brutal, fuera de control, irracional. Si no son los embolsados, sus cuerpos mutilados, el mensaje de la venganza y el aviso de que esto está por comenzar, son los personajes políticos que comienzan a morir por las balas del odio y el clima de terror.

PRI, desayuno de la falsedad

PRI: la farsa y los farsantes

Comen y beben los priístas, sueltan las risas que contagian, se funden en abrazos que debieran transmitir calor, y escuchan, divertidos, con sorna, el discurso que convoca a la hermandad. Nada es verdad. Así son siempre sus desayunos de la unidad.
Sábese que es el ritual de la farsa, el llamado a las tribus dispersas y la instrucción sutil a la simulación, invariable el evento de los descarriados y los que deciden no escuchar, menos participar, cuando el ambiente de conflicto, los odios soterrados, los conduce a la pérdida del poder.

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Arturo Bermúdez y los otros desaparecidos

Iván y Diego no son los únicos. Hay otros cinco ciudadanos desaparecidos, llevados por la fuerza, sacados de su domicilio, interceptados en las calles y de los que no hay, siquiera, una pista. Son el retrato de la inseguridad, el miedo, la zozobra, el caos que priva en Coatzacoalcos.

Por Iván Arévalo y Diego Corro se armó una protesta mayúscula, Coatzacoalcos bloqueado, sus accesos en manos de familiares y amigos desde la noche del domingo 17 hasta pasadas las 3 de la tarde del lunes 18 cuando un grupo antimotines de la Fuerza Civil los desalojó.

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Los desaparecidos y la Fuerza Civil

Alevosa, temible, la Fuerza Civil no llegó para sembrar paz. Está para sacudir a Veracruz, su mano para reprimir, su poder para intimidar. Y ahora, contraria a su esencia, es acusada de levantar personas, de torturar, de incriminar y de desaparecer con total impunidad.
Salió peor, pues, el remedio que la enfermedad, cuando el baño de sangre no termina y la violencia convierte a Veracruz en otro Tamaulipas, en otro Michoacán, en otro Guerrero. Pero aquí, con la agravante que quien debe cuidar al pueblo, lo agrede y lo sumerge en el miedo.

Asalto en farmacias de Veracruz, asesinato de Hugo Carvajal

El muerto del que no hablan Javier Duarte y su fiscal

Para Columba Campillo hubo una marcha, un reclamo social, la condena de todos, acción judicial veloz, inmediata, y la voz de un gobernador, Javier Duarte, que pregona su indignación porque Veracruz, lo diga o no, se le ha llenado de muertos y vive un baño de sangre brutal. Para Hugo Carvajal Blanco no.
Por Columba Campillo hay dolor, pues a sus 16 años apenas comenzaba a vivir, su vida limpia, sus sueños que iban forjando una ilusión, alegre, socialmente plena. Por Hugo no.

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Arturo Bermúdez: su policía secuestra

Ilusos los veracruzanos que suponen que el problema es el delincuente. Qué error. El enemigo real está en casa, en las fuerzas de seguridad, en la policía acreditable, en los mariscales y en su tropa, que asaltan, roban, torturan y hasta se dan tiempo para secuestrar.
Es la policía del general Bermúdez, Arturo Bermúdez Zurita, condecorado de West Point, vicegobernador de Veracruz, todopoderoso e impune pues para el entrañable amigo de Javier Duarte, el intocable Bermúdez, además de poder, hay disimulo y complicidad.

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Columba Campillo: el fiscal embarcó a Javier Duarte

Javier Duarte sigue en la cresta del escándalo y merece más. Se lo debe a su fiscal. Luis Ángel Bravo Contreras lo trepó en el caso Columba Campillo, le vendió la pista de Ileana Mortera, lo ubicó en un escenario de insensatez y lo llevó a enfrentar una crisis de credibilidad descomunal.
Pasan las horas y el gobernador de Veracruz continúa ahí, acusado de todo, vilipendiado por miles de usuarios de las redes, por la gente en las calles, por los colonos de abajo, los abandonados que viven de la migaja, del programa social, de la dádiva partidista.

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Columba Campillo: algo no le cuadra a Javier Duarte

Es inmensa la ola de sangre que revuelca a Javier Duarte. Lo azota y lo destroza. Y él, diezmado por la muerte de miles, por las ejecuciones y ahora por el secuestro y crimen de Columba Campillo, habla en abstracto, sin reconstruirse, sin infundir tranquilidad, sin convencer que Veracruz se salvará.
Apabullado por la ira popular, por el reclamo de 8 millones de veracruzanos que ven el regreso de la violencia, la disputa del territorio, el tutelaje de los criminales sobre las instituciones, el gobernador vuelve al lugar común, al discurso sobado, a la demagogia de siempre: Veracruz está funcionando.