Javier Duarte, en caída libre

Si Javier Duarte despierta, podrá saber que su tiempo concluyó. Su sexenio ya no existe. Lo mató el asesinato de Rubén Espinosa, y el de Nadia Vera, y el de las otras tres mujeres en el crimen de la Narvarte, ultrajadas ellas, violentada su vida, no en un robo, no en una vendetta por drogas, sí en una ejecución.

Ha de alegar el gobernador de Veracruz que su mandato concluye el último día de noviembre, en 2016. Sí, pero políticamente está liquidado.

Rubén Espinosa: qué sicario tan bruto

Hay un nuevo modelo de sicario: el que caza a su víctima, la sorprende, la viola, la tortura, le descarga el arma y le da el tiro de gracia; sus huellas por todas partes, vuelve a su guarida y aguarda ahí a que llegue por él la autoridad. Algo así como matar y dejarse encarcelar.
Es único el procurador de justicia del Distrito Federal, Rodolfo Ríos Garza, en el thriller de la Narvarte, la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, la activista social Nadia Vera Pérez y tres mujeres más, una de ellas la colombiana Mile Virginia Martín, cuya identidad por días se encubrió con el apelativo de “Nicole”.

Javier Duarte: el crimen y los miedos

Agazapado, vive sus miedos Javier Duarte. No da la cara, no responde a las críticas, capotea el vendaval bajo la alfombra, oculto en la vergüenza, mientras Veracruz se sacude por el crimen del fotoperiodista Rubén Espinosa.

Triste papel, indigno y aberrante, el del gobernador de Veracruz a quien dentro y fuera de su estado, en México y más allá de sus fronteras, se le acusa de haber propiciado el clima de hostigamiento, las condiciones adversas para realizar el trabajo reporteril, la represión policíaca, el asedio, el espionaje, la amenaza y la intimidación.

Rubén Espinosa: el montaje de la droga

De Nicole sólo se sabe que se llamaba Nicole. O Simone. Es la chica muerta, asesinada en la masacre de la Narvarte, donde dejó la vida Rubén Espinosa, donde le arrancaron la existencia a Nadia Vera. De Nicole se afirma que es colombiana y con ese montaje, el de la hipótesis de la droga, se evade la pista de la represión contra el fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC.
Cinco días después, sigue a los tumbos la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, apabullada cuando soltó la versión de que a Rubén Espinosa y las cuatro mujeres los ejecutaron sólo por robarles.

Rubén Espinosa: exilio que mata

A regañadientes se fue Rubén Espinosa de Veracruz. Creyó en el exilio, en la distancia, en que perdido entre la mancha urbana del DF le permitiría disuadir a los sicarios y a los patrones de los sicarios, duartistas o no duartistas, bermudistas o no bermudistas, y así diluir su sentencia de muerte. Pero el exilio falló.
Murió a manos de chacales, pasado por la tortura, con un tiro de gracia, presumiblemente colgado, en un departamento de la colonia Narvarte donde horas antes departía con amigas y amigos, con Nadia Vera Pérez, activista social, con dos mujeres más y luego la empleada doméstica que encontraron una final sangriento y brutal.

Rubén Espinosa huía de Javier Duarte y el crimen lo alcanzó

Hostigado, golpeado, espiado, Rubén Espinosa se fue de Veracruz lanzando pestes, salvando su vida, lejos de los sicarios autorizados, lejos de Javier Duarte. Burló a la mano criminal sin imaginar que esa mano criminal lo alcanzaría en su refugio, en el DF. Hoy está muerto.
Brutal, su muerte estremece. Hiere a un gremio, el de prensa, en el que Rubén Espinosa hacía fotoperiodismo, vinculado estrechamente a los movimientos sociales, a la protesta, a la denuncia contra el duartismo, al activismo social, a diario su descripción en imágenes del Veracruz harto de corrupción y atropello, de injusticia e impunidad.

Maruchi Bravo: las amenazas y el espionaje

¿Quién se deja hackear? Tácitamente nadie. Maruchi Bravo Pagola sí. Sus teléfonos están intervenidos. Sus cuentas en internet también. Monitorean las cuentas apócrifas en las redes sociales, las que llevan su nombre pero con las que no tiene que ver. Está, pues, en manos de Gobernación.
“Soy considerada —puntualiza— por parte de la Segob como persona que se encuentra en alto riesgo”.

Karime Macías: pensión miserable y no paga

Vivía Karime días de ensueño, los negocios del poder, la casa de Maricopa, Miami a sus pies, Europa como si fuera día de campo, el DIF usado como plataforma de vanidad personal. Sólo un pendiente la perturba: la pensión a los adultos mayores, miserable la ayuda, regateada o escamoteada.
Ya no es la Karime Macías de los primeros días, cuando la tenebra de Fidel Herrera, imaginando que tendría el títere a modo para consolidar el fidelato, llevó a la familia feliz, Javier Duarte al frente, a comerse a Veracruz en un ejercicio de gula política.

Javier Duarte: ejecuciones en cascada

A la deriva, Veracruz se proyecta en la una espiral de violencia, los muertos a diario, la tortura, las ejecuciones, los cuerpos desmembrados y los que aparecen embolsados. Es el Veracruz de Javier Duarte, el del fracaso en seguridad.
Cada día, teléfono en mano, Javier Duarte escucha el mismo reporte. Le cuentan las cifras, los números, a detalle la violencia, la ola roja, de rojo sangre, que avasalla su gobierno, su estrategia de seguridad, el sueño de la Prosperidad.

Veracruz: oleada de muerte

Son 11. Mueren en el campo, en la ciudad, cerca de Veracruz, en Yanga, en la zona cercana a Xalapa, mutilados y decapitados, con las huellas de una violencia que parece interminable, sello del desgobierno de Javier Duarte, devorado por el crimen organizado.
Fin de semana brutal, Veracruz volvió a ser la arena de los odios y del desprecio a la vida, la vida arrancada con saña y el espectáculo de la sangre que ha marcado a un gobierno, a un gobernador, a un sistema cuya insensibilidad al tema de la seguridad terminó por robar la tranquilidad a los veracruzanos.