UV: entre el subsidio y el robo

Sigue la terquedad. Descomunal la deuda, el naufragio inminente, Javier Duarte dice que a la Universidad Veracruzana no le debe ni un peso, que por generosidad le da, cuando puede y cuando tiene, vía subsidio, sin obligación legal. Eso es ser infame.
No expresa lo que en realidad es: el subsidio es obligatorio y los recursos de origen federal llegan a la Secretaría de Finanzas y desaparecen. Es la hipótesis del robo.

Pepe Yunes: promesa de cárcel al gobernador

Xalapa, Ver.— Visita cada mesa Pepe Yunes y a todos dice que la gubernatura no es obsesión. Si se da bien. Si el presidente Peña lo bendice, bien. Si los astros se alinean, bien. Pero, reitera, no es obsesión.
¿Qué exige el presidente? Quiere ganadores, no candidatos, no aspirantes sin lustre ni obsesivos sin remedio, que garanticen y no compliquen, que enfrenten el reto de una elección y un reto todavía peor: rescatar a Veracruz del caos financiero y la violencia.

Javier Duarte, sus muertos y el distractor

14 muertos, y periodistas todos, nadie los tiene. Javier Duarte sí. Y de ahí que eche a andar el distractor: acusen a Yunes, reactiven la agresión a universitarios, exoneren a las ratas de palacio, enloden a los adultos mayores, amenacen a los que difaman. Lo que sea pero que no se hable más de Rubén Espinosa, del exilio y el crimen, del clima de hostilidad y el asedio, de la responsabilidad moral del gobernador. Y que nadie lo llame “asesino”.
Es variada la Caja China de Javier Duarte. Con ella entretiene y distrae, justo cuando toca fondo su credibilidad, cuando se le fustiga a nivel mundial como el peor entre lo peor, cuando se le etiqueta como un represor, perseguidor de periodistas, acosador sin freno, gobernador del bajo mundo, alfombra del crimen organizado. Y por ello es absoluta y totalmente indigna en sus labios la frase “Pórtense bien”.

Arturo Bermúdez: de que espía, espía

Sin una guerra en su haber, Arturo Bermúdez es un general de pacotilla proclive a reprimir, a hostigar sin mesura, a hablar sin prudencia, a joder periodistas y por qué no, a espiar.

Así va trazando el “general” su historia propia en el Veracruz de la violencia infinita y la sangre de inocentes y malosos, en la zozobra que provoca la delincuencia incontenible y en la disputa por el territorio único para el trasiego de droga, para la industria del levantón, para el secuestro de migrantes, para la trata de mujeres y el entre y la extorsión.

Javier Duarte: gobernar con amenazas

Helo ahí. Enredado en su maraña de violencia y muerte, la del fotoperiodista Rubén Espinosa lleva a Javier Duarte al clímax del desastre. No sólo gobierna con las tripas, a golpe de ocurrencias, montado en la mentira, sino que ahora la amenaza es tema central de la agenda política.

Sus enanos hablan por él. Un día Flavino Ríos Alvarado, cuya concha es de acero pues cuando pudo Javier Duarte lo vetó para la alcaldía de Minatitlán; otro, Alfredo Ferrari, líder del PRI, con pasado borrascoso en áreas financieras del fidelismo, y Víctor Rodríguez Gallegos, el timorato y tibio, gris y mediocre líder del Movimiento Territorial, la cara morena de Marcelo Montiel.

Javier Duarte: a demandar a sus críticos

No, no es financiero, ni de seguridad, ni político. El problema de Veracruz es psiquiátrico, atado al delirio y a la obsesión, a la venganza y a la revancha de Javier Duarte contra los que protestan, los que disienten, periodistas y activistas sociales, tuiteros y blogueros, a los que enfrenta con amenaza de cárcel y represión.

Irredento, el gobernador de Veracruz, vía su corifeo en turno, antes el bronquito Buganza, ahora el oaxaqueño Flavino Ríos Alvarado, saca de sus entrañas su inagotable carga de intolerancia para frenar la debacle moral y el escándalo por el crimen del fotoperiodista Rubén Espinosa.

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Caso Rubén Espinosa: “No nos callarán”

Van dos. Hablan los intelectuales, los periodistas, los artistas, los defensores de derechos humanos y la exigencia es la misma: esclarecer el crimen de Rubén Espinosa. Y hacerlo con integridad. Y que sea efectivo. Y castigar a los verdaderos culpables.

Ahí va el reproche, el segundo, a un mes del asesinato del fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC, ultimado el viernes 31 de julio, en su exilio en el DF, huyendo de Javier Duarte, el gobernador de Veracruz, por el asedio y las amenazas, porque temía por su vida.

Solalinde: el lodo de Javier Duarte

* Quiere callar al sacerdote de los migrantes * Pastores evangélicos de la cuadra duartista * ¿Y si algo le ocurre a Solalinde? * Nahle no puede gobernar Veracruz * Jesús Lastra ya reportea en otros cielos * Su estilo, irritar; su compromiso, informar * Petroleros y también aviadores ¿De qué es capaz Javier Duarte? De todo. Increpa y hostiga a Alejandro Solalinde, con su voz y a trasmano, con lodo suyo y con la visión distorsionada de un puñado de pastorcillos evangélicos que pretenden reprimir y callar, o silenciar, al sacerdote defensor de migrantes.

Solalinde: el sicariato en Veracruz y el Estado criminal

Peor que el Estado fallido, el Estado criminal. O sea, Veracruz. Es el que describe Alejandro Solalinde. Es el Veracruz fiel y el Veracruz próspero donde Los Zetas hallaron “tierra fértil”, donde se ejerce el sicariato forzado, donde se impone el terror contra la prensa crítica.

Tiene voz profética este hombre de Dios. Su apostolado, el de los migrantes que son vejados y extorsionados, lo conduce a la denuncia, a exhibir las redes de complicidad, los enredos de la Migra y el crimen organizado, la impunidad que se gesta desde el seno de la instituciones para dejar el delito sin castigo.

Pepe Yunes

Pepe Yunes y Javier Duarte: cada vez peor

A regañadientes, Pepe Yunes accedió a un diálogo que no buscó, que rehuyó y en el que no creyó. Se trataba de sacar a Veracruz del abismo financiero al que lo envió Javier Duarte. Trazó un plan, la reestructura de la deuda, el alargamiento de los plazos, la negociación de las tasas de interés. Y once días después todo se fue al diablo.
Hoy le agradece el gobernador de Veracruz su interés, que gestione y libere recursos, pero en el tema de la reestructuración de la deuda, mejor que no se meta.