* La provocación de los “porros” * El eslabón hacia el crimen de la Narvarte * Duarte y el Congreso consuman la quiebra * Dinero del crédito es para Odebrecht: Yunes * Claudia Guerrero, seis meses de asedio * Morena se embriaga con el marcelismo * Samyra, Vicente y Cancún
Fue Nadia. Y los universitarios. Y Rubén Espinosa. Y Karlo Reyes. Y ahora el magisterio y otros periodistas más. Fuera de sí, golpea y reprime Javier Duarte con el garrote y el espionaje, el asedio y la provocación. Para eso son sus porros. Para eso son sus grupos de choque. Para eso es su policía vestida de civil. Para eso es el poder.
Refuta Arturo Bermúdez Zurita, a quien lo fustiga y lo presiona: su policía no actúa de civil. Lo dice tras la agresión contra el fotoperiodista Karlo Reyes Luna, la noche del Grito de Independencia, a manos de entre cinco y 10 policías sin uniforme. Eso dice, pero la verdad es que sí operan de civil.
Lo expresa entonces el secretario de Seguridad Pública, exculpando a sus gorilas del hostigamiento a prensa, a luchadores sociales, a ambientalistas, a universitarios que protestan por el desgobierno de Javier Duarte, por el abuso y la represión.
Dice que no. Dice que su gente iba, toda, con uniforme. Sabrá pues quién arremetió contra Karlo Reyes, fotoperiodista de AVC y El Universal, en cuanto captó las imágenes de los acarreados, llevados a Plaza Lerdo o Plaza Regina Martínez a responder con sus vivas a las arengas del gobernador de Veracruz.
Sabrá entonces quiénes sean los cobardes que atacaron al joven fotógrafo, todos con un distintivo blanco en la ropa, una cobra, todos con corte militar o policíaco, que le asestaron cachazos en el rostro, que lo pateaban mientras yacía tirado en el piso, que le bajaron los pantalones para que no huyera, ante la mirada de policías uniformados que solo veían, sin hablar, sin actuar. Ese es el modus operandi de los grupos de choque, “general”.
Karlo fue trepado en una patrulla. Los “civiles” del general de cero estrellas, Bermúdez Zurita, lo subieron. Y fue bajado cuando otros periodistas se acercaron y los enfrentaron. O sea, “civiles” suben y bajan de una patrulla a un detenido como si fueran policías. Ajá.
¿Y por qué? Porque sí son policías. Y no usan uniforme para poder actuar como porros, como grupos de choque.
No sale de esa Arturo Bermúdez cuando ya lo alcanza otra protesta. Es la de los periodistas que cubrieron el conflicto entre maestros por la evaluación académica.
Sábado 19. Disidentes agrupados en el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano intentan impedir que maestros del sector oficialista —el SNTE— acudan al examen de evaluación en el Complejo Omega, en Xalapa. Hay tirantez. Hay encono. Se retan. Unos a otros se jalonean.
Cubren el evento reporteros y fotógrafos. Lo hacen a medias pues hay asedio de los “orejas” de Seguridad Pública, que cámara o teléfono celular en mano, captan cada movimiento, que buscan el contacto físico, que hostigan con burletas, que pegan e intentan manosear porque, dicen, “tenemos órdenes”.
Describen las crónicas periodísticas cómo canaliza sus fobias Javier Duarte, atravesado el tema mediático en la fallida dinámica de un gobierno que no aprendió a asimilar la crítica, que no tuvo la capacidad de rectificar, que responde sin sensatez.
Su policía intimida parejo, a los maestros del MMPV y a la prensa. Interrogan a lo bruto, su nombre y su medio. Un individuo, de aproximadamente 50 años revela ser parte de Seguridad Pública y toma el control.
Según el portal Al Calor Político, el sujeto se acerca a los periodistas. Les solicita el nombre de los medios para los que trabajan. Les impide el paso. Aduce ser trabajador de la Secretaría de Seguridad Pública. O sea, policía de civil.
Viste pantalón de mezclilla y camisa de cuadros rojos, así como un chaleco azul marino y gorra roja. Presumiblemente es el mismo al que identifican como el adulto mayor que grababa al fotoperiodista Karlo Reyes cuando caminaba entre los policías, golpeado e intimidado, y se escucha en el video cuando el fotoperiodista le reclama que le esté tomando video. Lo empuja y el sujeto cae.
En un comunicado remitido al portal Libertad Bajo Palabra, uno de los acompañantes de Karlo Reyes ese día, revela que el tipo se dedica a hostigar. Ahora se sabe que es “oreja” de Seguridad Pública y sus videos son para el “general” Bermúdez Zurita.
“Es de la tercera edad —dice—, pero también es informante de gobierno”. Refiere que el tipo ya había sido identificado en otras protestas, que se dedica a grabar a manifestantes y periodistas, a insultarlos e intentar golpearlos. Un provocador, pues.
Pero hay un dato extremadamente revelador, inédito: es uno de los esbirros del “general” Bermúdez que en una protesta intentó agredir a Rubén Espinosa, colaborador de Proceso, Cuartoscuro y AVC, asesinado en el DF, donde se exilió.
Dice el acompañante de Karlo Reyes al portal Libertad Bajo Palabra:
“Esta es la persona de la tercera edad que mi compañero empuja. Este señor, al igual que los demás, es informante de gobierno y en una marcha para exigir justicia por Goyo (Gregorio Jiménez de la Cruz, periodista de Coatzacoalcos asesinado en febrero de 2014), nos estuvo insultando y amagaba con golpearnos. De hecho esta imagen es una captura de pantalla del momento en que quería golpear a mi amigo Rubén Espinosa”.
El portal ilustra el texto con la foto del “oreja” de Duarte y Bermúdez.
Así que el “oreja” de Javier Duarte es identificado como uno de los personajes que hostigaba a Rubén Espinosa Becerril, quien ante el asedio huyó de Veracruz, se exilió en el Distrito Federal y allá lo ubicaron los sicarios. Fue asesinado el 31 de julio en un departamento de la colonia Narvarte, junto a la activista Nadia Vera Pérez, quien también se fue y responsabilizó al gobernador de lo que le pudiera ocurrir.
Refiere La Jornada Veracruz que los fotógrafos pretendían captar imágenes del conflicto entre maestros cuando “fueron acosados e incluso agredidos, pero por policías vestidos de civil que portaban radios y algunos con pistolas”.
La agresión alcanzó a hombres y mujeres, dice La Jornada Veracruz. El “oreja” mayor, presumiblemente el mismo que intentara golpear a Rubén Espinosa en aquella protesta por el crimen de Goyo Jiménez, se dijo “empleado” de la Secretaría de Seguridad, y luego “informador” de la Subsecretaría de Gobierno. El truhán comenzó a exigir los nombres de cada reportero y medio para el que trabajan. “Además que acosó a una reportera intentando tocarla”, refiere el rotativo. También enfermo sexual.
Protestaron, se engallaron los periodistas. Exigían realizar su labor sin ser hostigados. “Tenemos ordenes”, respondían los esbirros de Bermúdez entre risas, burla y menosprecio.
A distancia observaban los policías uniformados. Nadie intervenía. Seguía el asedio, obstaculizando la labor de los periodistas. “Tenemos órdenes”, repetían los grupos de choque de Javier Duarte.
Liquidado políticamente, el gobernador de Veracruz vive entre la mentira y el descaro. Dice que aquí es el paraíso de la prensa, el estado donde más periodistas y medios hay, fresco el ambiente, donde se respira un clima de libertad.
Sus embustes se leen en El Universal. Evoca el tono a los tiranos célebres, aunque aquellos con tres dedos de inteligencia.
Son los estertores de un régimen que nació agonizante, que no sabe de libertades, que no entiende que la libertad de expresión no es dádiva sino garantía constitucional.
Lo que son la cosas. Envió Javier Duarte a sus porros a hostigar a la prensa y ahí emergió el hostigador de Rubén Espinosa. El altivo informador intentó golpearlo cuando protestaban por el crimen de Goyo Jiménez. Ahora aparece en el caso Karlo Reyes. Ahora lo hallan en el día de perros por la protesta magisterial.
Acosador, dedicado a la intimidación, es el eslabón perdido del crimen de Rubén.
Queriendo joder, se jodió don Javier.
Archivo muerto
Felices cómplices, este lunes 21, el priísmo y sus satélites en el Congreso de Veracruz y Javier Duarte consumarán la quiebra financiera. Le aprobarán sus lacayos legislativos que suscriba un crédito de entre 5 mil y 7 mil millones de pesos para cumplir con un contrato del que el gordobés no dio ni santo ni seña, no quiso revelar el por qué de esa deuda y mucho menos el beneficiario. Garantizaría el pago del crédito con participaciones federales, lo que sumirá a Veracruz en un abismo del que no podrá salir. Todo lo tejió el gordobés en la sombras, en lo oscurito, como los bandoleros, hablando de un proyecto de “prestación de servicios integrales de largo plazo para fines de autoabastecimiento de energía eléctrica a través de la utilización de tecnología renovable con un prestador de servicios”. ¿What? Y hasta ahí. El clásico galimatías de los piratas para robarse el botín. Este domingo 20 brotó el pus (o la pus, como dice el vulgo). Miguel Ángel Yunes Linares descorrió el velo, exhibió a Javier Duarte, reveló que el pago es para Odebrecht Participacoes e Investimentos S.A., la empresa brasileña cuyo dueño, Marcelo Odebrecht, se encuentra en prisión, sujeto a juicio, por corrupción en el manejo de contratos y sobornos con la mega empresa petrolera Petrobras. Dice el diputado federal panista que Duarte suscribió el contrato sin concurso, violando el artículo 117 de la Constitución, asignándolo a una empresa extranjera. Odebrecht debía realizar la obra hidroeléctrica con recursos propios, pero no lo hizo. No ha colocado ni un ladrillo. La operación sería por 7 mil millones de pesos. Y ahora pretende que el Congreso de Veracruz le autorice una nueva deuda con cargo a las participaciones federales. Se suponía que el nuevo crédito sería para renegociar la deuda actual, mejorar los plazos, las tasas de interés, aliviar la estrechez financiera. Pero no. Es parte del saqueo descomunal que iniciara Fidel Herrera y que siguiera e incrementara su títere sucesor. Duarte apesta. Duarte consuma el atraco. Duarte asesta el último clavo en el ataúd de los veracruzanos. Cómplices al fin, los diputados priístas, sus aliados y gobernador pueden cantar victoria: la quiebra de Veracruz es irreversible… Llegó el anónimo en un sobre amarillo. A trasluz, se veía el contenido: unas cuantas palabras formadas con letras de periódico, siniestro el mensaje. Claudia Guerrero Martínez, periodista crítica, acudió a la Secretaría de Gobierno y ahí, en presencia del titular, Flavino Ríos Alvarado, y del fiscal René Álvarez, fue abierto el sobre. Decía el anónimo: “Claudia Guerrero sigues tú pinche perra. Sigues tú malnacida. Te vamos a decapitar”. Había una tarjeta a nombre de Rafael Sansores Lagunes, director de Asuntos Religiosos del gobierno estatal. Fue llamado por Flavino Ríos. Reconoció la tarjeta; es de las que se usan para enviar obsequios. Se unió al grupo el secretario particular del gobernador Javier Duarte, Enrique Ampudia. Era el miércoles 9. Flavino pidió una semana para actuar. Nada ocurrió. Al fiscal general, Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, le valió, deliberadamente le valió, pues Claudia Guerrero, autora de Entre lo Utópico y lo Verdadero, dueña de Periódico Veraz, conductora de Arena Política y Círculo Rojo, es una periodista documentada y valiente, sus textos demoledores, su ética a prueba de todo, con un liderazgo ganado a pulso, obviamente odiada por los amanuenses del gobernador y difamada por la gusanada oficial. Pero aún así, el mentado “Culín” tenía —y tiene— la obligación legal de actuar. Enfrenta la ira del mal parido gobierno de Javier Duarte; de sus payasos nudistas, los 400 Pueblos; de la indiferencia del general de cero estrellas, Arturo Bermúdez Zurita; del doctor Molcajete, policía de plomo, míster Delicatesen, Juan Antonio Nemi Dib, el origen del conflicto, pues cuando Claudia Guerrero exhibió actos de corrupción en su paso por la Secretaría de Salud, comenzó la andada en su contra; el lodo de los ginos, hijos postizos de María Gina Domínguez Colío. De marzo a septiembre enfrenta retos y amagos, persecución y amenazas. Acudió a la vía legal, denunció a los textoservidores del duartismo, enteró a la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas y al mecanismo federal para la seguridad de los comunicadores. ¿Cómo fue que dijo el cómico de palacio? Ah, sí, que en Veracruz se respeta la libertad de expresión y hay garantías para ejercer el periodismo crítico. Por algo la indiferencia de Javier Duarte, su “Culín” y todo el aparato legal ante el anónimo contra Claudia Guerrero. “Claudia Guerrero sigues tú pinche perra. Sigues tú malnacida. Te vamos a decapitar”, dice el mensaje. Hay gozo en el palacio de gobierno, en Xalapa. Para eso, confían, es el poder. Y creen, verdaderamente, que así es. Claudia Guerrero no está sola. Pronto se verá… De trago en trago, Gerónimo quiere amansar a Morena. Opera el hermano de Víctor Rodríguez Gallegos, futuro candidato a diputado local por Coatzacoalcos, priísta, en céntricos bares, uno de ellos, el Bar del Puerto, en la séptima calle de Zaragoza, dilapidando y suscitando el escarnio de los parroquianos, pues ha de creer que así se infiltra a Morena, se controla y se le amarran las manos a los seguidores del Peje López Obrador en Coatzacoalcos. En el disfrute, las copas, las bromas, la camaradería, la hermandad de cantina, no hace mucho, Gerónimo y el célebre Benito Soriano Aguilera, operador de Rocío Nahle García, hoy diputada federal, quien tiene a su cargo fortalecer al partido de AMLO en el sur. Unos y otros, por lo que se ve, van de la mano. Juntos, morenos y marcelistas, anduvieron en la campaña a la diputación federal y juntos le pegaron al PRI y a su candidato, Rafael García Bringas. ¿Alguna duda?… Ocurrió en Cancún. Festejo en familia: Samyra, su hija, las amigas y Vicente. Tiempo de vacacionar, lejos de los tribunales, lejos de la crítica y el escándalo. Tres gráficas los muestran, una de ellas con el arpa y la jarana de música de fondo; otra, Samyra, la joven y Vicente, y una más, Samyra y Vicente. El puro desestrés…
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