* Rodeado de fidelistas * PRI: un delegado chiflado * La Gendarmería sí halla a los narcos, el gober no * Héctor se burla de los Guízar * ¿De luto o de fiesta? * Melquiades deja Olmeca TV * ¿Se va con Fidel o se va al DF * La estrategia de Felicia * Después regresa * La felpa de Yoyo Merlín a una de sus víctimas
Solo no está. A Héctor Yunes no lo rodea la ética ni la moral, ni el prestigio ni el voto de los veracruzanos. De su lado, en cambio, está un delegado del PRI chiflado, el contubernio de los duartistas, la complicidad de los fidelistas y las ansias de hacer fraude. Qué mejor.
Llega hoy a la cita con la desfachatez. Será inscrito como candidato de “unidad” del PRI para contender por el minigobierno de Veracruz, el de los dos años, el que deploró el senador y dijo que obedecía a una “insensatez” de Javier Duarte, a un “capricho”, impuesto su proyecto, no para homologar el calendario electoral estatal con el federal como justificó sino para “enmascarar la reelección de una facción política”, o sea la de la pandilla del gobernador.
Así hablaba Héctor Yunes en aquellos días en que suponía que la candidatura se le deshacía entre los dedos y que ni él ni Pepe Yunes Zorrilla, el otro senador, podrían enfrentar los delirios demenciales del gobernador de Veracruz.
Calificaba entonces, al final de 2014, al gordobés de “sectario, autoritario y factor de desunión entre los priistas”. ¿Entonces de qué unidad habla el senador?
Hoy sufre amnesia. Javier Duarte es su mecenas e impulsor, el que lo golpea y lo atrae, el que lo increpa y lo adula, el que lo sume en el ridículo y lo endiosa por igual. Si Héctor Yunes fuera menos veleta, el gobernador le guardaría más respeto.
Así se hayan denostado en público y en privado, agraviado el senador con aquella caña de pescar para capturar peces gordos, pero no los pillos rojos del duartismo sino sus parientes, los Yunes panistas —Miguel Ángel Yunes Linares y sus hijos—, los del Estero, en Alvarado, Héctor siempre está a lo que diga el gobernador.
Camaleónico, Héctor Yunes ya olvidó. O finge olvidar.
Pulverizaba, en 2014, con sus palabras el escenario de unidad ficticia, excluyente, construido por Javier Duarte para maniobrar y manipular la sucesión, marginando al yunismo rojo, preservando el poder para el duartismo y la fidelidad.
“Se le percibe un afán sectario, de pequeñez, que permea en todos los ámbitos de la vida pública —expresó—. Es indudable que hay inestabilidad, atraso social, recesión. La clase política está confrontada con el gobernador. El PRI (está) dividido por una injerencia anacrónica y lamentable.
“No existe unidad”, dijo Héctor Yunes. Y acusó:
“Toda pretensión de mostrar lo contrario es un montaje en el que no vamos a participar. La unidad que pretende mostrar el gobernador del estado es supuesta e impuesta, y existe una clara injerencia del Ejecutivo estatal en la vida interna de los partidos políticos diferentes al nuestro. Hay desacuerdos sobre la forma como se conduce la cosa pública. Hay tentaciones autoritarias y vocaciones retardatarias, las cosas no pueden continuar por este camino”.
Ajá: unidad supuesta e impuesta; clara injerencia del gobernador en la vida interna de los partidos políticos diferentes al PRI; tentaciones autoritarias y retardatarias.
Un mes después, en enero de 2015, él y Pepe Yunes abandonaron el evento en que el presidente Enrique Peña Nieto encabezaba el Centenario de la Promulgación de la Ley Agraria, en el puerto de Veracruz.
Después volvió a ser Héctor. Se puso a las órdenes del gobernador. Pactó en lo oscurito. Acordó espacios para su equipo, la Secretaría de Protección Civil, con su jugoso presupuesto.
Y luego el silencio, el discurso hueco, el pavoneo sin vergüenza. Lo peor que le pudo pasar a Héctor Yunes fue convertirse en ahijado de un gobernador sin peso político, denostado por medio Veracruz, su desgobierno hecho añicos, en quiebra la entidad, la deuda a niveles descomunales, en plena parálisis financiera, la violencia in crescendo, su policía reprimiendo y asesinando inocentes, secuestrando y extorsionando.
Y luego, en su informe de actividades, el lenguaje ambivalente, las culpas sin culpables, la corrupción de los priistas con los que acuerda y sonríe.
Decía no tener “miedo, ataduras, compromisos, ni pactos vergonzantes”. ¿No?
“Estoy listo”, aseguraba en alusión a contender por el gobierno de dos años, el que tanto desdeñó porque provocaría la falta de inversión y porque era un traje a la medida del grupo duartista para encubrir sus tropelías y el saqueo descomunal.
“Debemos devolver la confianza en la política, y que la gente nos crea que las cosas se harán mejor (…). En este andar también he visto el otro Veracruz, el de la pujanza, el creativo, el optimista, he visto la inversión que florece y el talento que destaca; he visto también la satisfacción de la meta alcanzada; trabajo para hacer que estos dos Veracruz se hermanen, para que se reecuentren, para que se vuelvan a mirar uno al otro sin rencor y sin vergüenza. El próximo año se definirá la suerte de Veracruz para los años que vendrán. Quiero decirlo claro y fuerte. Estoy listo”, señaló.
“No hay tiempo que perder. Hoy ya es ayer, sobre todo si el próximo gobierno tendrá solo dos años de gestión, hacer una gestión eficiente y productiva en tan poco tiempo es un reto descomunal”.
Entonces y ahora su discurso es una farsa. Le indigna la corrupción y los corruptos lo rodean. Evidencia el saqueo pero no apunta a los culpables, la corrupción sin identificar a quienes se nutren de ella.
Pepe Yunes se quedó solo y solo replegó a Javier Duarte, exhibida la crisis financiera, el saqueo, el desorden administrativo, el déficit mensual, la impunidad.
Y Pepe Yunes trajo al campo de batalla a Héctor Yunes, lo insertó en la dinámica de nuevo, lo colocó en la línea de fuego, garantizando para él el minigobierno y para el de Perote la candidatura de seis años, en 2018.
Llega Héctor Yunes a la candidatura anhelada, con la sombra del fidelismo al que sirvió como subsecretario de Gobierno y luego como líder del Congreso.
Gracias a Héctor Yunes, Fidel Herrera pasó las cuentas públicas de su gobierno, el saqueo descomunal, el robo de los dineros públicos, los fideicomisos que duplicaban los recursos, los créditos bancarios.
Gracias a Héctor Yunes nunca se investigó a Fidel y el Congreso fue un convidado de piedra, cómplice pasivo y silencioso en uno de los peores períodos de Veracruz.
Su silencio también le sirvió a Javier Duarte. Veracruz vive la peor etapa de violencia, de inseguridad, la sangre inundando toda la geografía estatal. Y el senador Yunes Landa nada hizo en el Senado de la República.
Calló Héctor Yunes porque así entiende las formas para consumar los proyectos personales, la búsqueda del poder.
Rodeado de fidelistas y duartistas, de los Carvallos, de los Silva, de los Erick, de los Duartes, Héctor Yunes va por una candidatura que se nutre de la complicidad.
Y si algo faltaba ahí está el delegado del PRI nacional en Veracruz, Manuel Cavazos Lerma, chifladillo el personaje, cuya fórmula para ganar es el “decreto”.
“Yo puedo, es fácil y lo logro; yo puedo, es fácil y lo logro”, decía el ex gobernador de Tamaulipas, cuya fama de protector de narcos trasciende las fronteras y le auguran la misma suerte que a Humberto Moreira, el ex líder del PRI, ex gober de Coahuila, enjuiciado en España por lavado de dinero y vínculos con los Zetas.
“Yo estoy decretando y lo decretamos entre todos y se forma una egrégora (alma colectiva) que convence; yo puedo, es fácil y lo logro”.
Dice Arturo Reyes Isidoro en su Prosa Aprisa que los periodistas apenas y podían creer lo que escuchaban: “los reporteros lo veían con cara de what por que no le entendían y no sabían si ya le había entrado a la verde ahora que ya se puede fumar con más libertad y hasta se está comercializando”.
Llega así Héctor Yunes a la cita con la desfachatez. Lo rodean los fidelistas, los duartistas y el chiflado delegado del PRI.
Mejor imposible.
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Archivo muerto
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¿Alguna duda? Llegó la Gendarmería Nacional de la Policía Federal y cayó el primer maloso. Y cayó también el teatro de Javier Duarte, que protege al crimen organizado en Veracruz, que vía su policía corrupta, levanta y abastece a los traficantes de seres humanos, que se lleva a la gente y los entrega a las bandas delincuenciales. Llegó la Gendarmería, a lo que tanto se opuso el gobernador, y en 24 horas fue detenido el jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación, Francisco Navarrete Serna, su hijo y un sicario. Según el reporte oficial, les hallaron pistolas calibre 9 milímetros, fusil de asalto AK 47 y rifle AR 15. Operaban secuestros en Tierra Blanca, ahí donde la policía de Veracruz, de Duarte, de Arturo Bermúdez, el secretario de Seguridad, levantó el lunes 11 a cinco jóvenes procedentes de Veracruz que se dirigían a Playa Vicente y que a la fecha no aparecen. Navarrete Serna fue intervenido en Lomas de Jazmín, donde supuestamente coordinaba las acciones ilegales. La noche del domingo, Javier Duarte emitió un mensaje en la red social Twitter, con más visos de especulación que de información: “Se presume que el grupo criminal del que forman parte los detenidos de hoy es responsable de la desaparición de los jóvenes ‘en’ Tierra Blanca”. Una información sostiene que la aprehensión se realizó gracias a datos que la Fuerza Civil, el grupo de élite de la policía duartista, poseía. ¿Y por qué no la usó para inhibir el delito en Tierra Blanca, para desmantelar las células de los cárteles de la droga? Ya aparecieron los malosos, fueron detenidos y los trasladaron al Distrito Federal. Falta hallar a los cinco jóvenes. Ahora se explica por qué la reticencia del gobernador a que la Gendarmería Nacional tomara el control de la seguridad en Veracruz: se acababa la protección, quedaba en evidencia el contubernio, queda en riesgo en negocio. ¿Alguna duda de por qué Veracruz se convirtió en santuario del narco?… ¿Cuál luto? ¿Cuál solidaridad? Serio y dramático llegó Héctor Yunes Landa al velorio de José Gertrudis Guízar, hermano del diputado federal Gonzalo Guízar. Dio el pésame a su amigo, el legislador, antes cuando era priista, su referente, su grupo en Coatzacoalcos. Ahí estuvo en Casa Maram, la funeraria, con el líder del Partido Encuentro Social en Veracruz. Era show. Horas después encabezaba una “comida de cuates”, según difundió el periodista Federico Lagunes, alias Pulgoso, en su portal municipiossur. “Encabezó una mesa de muchas risas y diálogos”, agregó Federico Canino. Y difundió la fotografía en que ambos sonríen fundidos en un abrazo. Así que la cara de llanto con los Guízar era rollo y farsa. Cumplió el cuasi candidato del PRI al minigobierno de Veracruz y luego aplicó aquella de “el muerto al hoyo y el vivo al gozo”. En Pampas degustó carnes y ensaladas, no pan ni café de funeraria. Se supo gracias a la infidencia de Pulgoso, al divulgar la reunión “entre cuates” en “una mesa de muchas risas y diálogos”. Y los Guízar creyendo en Héctor… Melquiades vuela. Unos dicen que vuela hacia la plenitud del pinche poder. Él dice que no, que va al DF. Sus amigos aseguran que va a España a rescatar —si es que los milagros existen— la maltrecha imagen de Fidel Herrera Beltrán, el defenestrado cónsul mexicano en Barcelona, al que le imputan saqueo y deuda en sus días gobernando Veracruz y que es amigo de narcos como Pancho Colorado. Él dice que va a cuidar otra imagen, la de un político del sur. Deja Melquiades González Herrera Olmeca TV, su casa periodística de los últimos años, donde era todo: conductor del noticiario nocturno, moderador de La Noticia en el Café y titular de noticias. Se oficializa su salida a partir del 1 de febrero. Crece la versión del fidelazo de Mel por aquella foto de diciembre, en el restaurant Carmela, en Polanco, en la capital mexicana, con el ex gobernador de Veracruz, ahí Víctor Nazariego Ortiz, delegado de Profeco, ahí Gabriel Alemán, el ex regidor de Minatitlán, ambos hijos de la fidelidad. Crece aún más por los comentarios de Dayana Montoro, la esposa de Melquiades, que sin haber cruzado el charco aún ya habla como española —“os traéis”, refiere en Facebook— y por las palabras de la periodista Liliana Corona Sayune a Dayana —“espero que tu estancia en Barcelona sea de lo mejor”—. Se va Melquiades el 1 de febrero y su lugar en Olmeca TV será ocupado por José Manuel Alor, ex conductor del noticiero estelar de Azteca Coatzacoalcos, ahora corresponsal de Quadratín Veracruz y Uno Noticias, y dueño del portal Alor Noticias. Melquiades jura que no se va con Fidel sino al DF y que cada vez que esté en Coatzacoalcos tendrá participación en Olmeca TV. Tiene la palabra Miguel Ángel Luna, mandamás de la televisora… Felicia ideó su ausencia. Deja un tiempo a Víctor Rodríguez Gallegos, dicen los insiders para hacerlo menos vulnerable, para que no lo ataquen por ahí. La separación del aspirante a diputado local y su operadora estrella es estratégica. Ella nada en las playas de Cancún y él se muestrea en el distrito de Coatzacoalcos Urbano con su esposa, así como para enviar el mensaje de que la familia es primero. Una vez que pase la elección, sea o no diputado, si es que no lo arrasa su impopularidad y el efecto Yunes Linares, todo volverá a ser como antes: Víctor y la dama bronca cabalgarán de nuevo… A Yoyo no hay quien lo quiera. De antro en antro, de bar en bar, de teibol en teibol, Heliodoro Merlín Arias, Heliodoro tercero, aterroriza a medio Minatitlán. Solo es un alfeñique sin gracia, pero cuando lo rodea su runfla de gañanes suele gritar que es Zeta, que es impune, que es el rey. Ah, y que es Merlín, heredero del cacicazgo de su parentela en Cosoleacaque, incluida la diputada Gladys Merlín. De sobra conocidos sus alardes, seguro los tienen en sus registros el Ejército, la Marina, la Gendarmería. Anda herido, con tres balazos en el cuerpo de alguien que se la quiso cobrar. Lo cazaron cuando circulaba en su auto en Minatitlán, el viernes 15. Y cómo es tan despreciado, nadie, salvo su gente, nadie, absolutamente nadie lo lamenta. Un día medio mató a golpes a un joven en Mina que aún padece las secuelas de la endemoniada felpa. Pero Yoyo no entiende. Y como la ley lo solapa, ya está en la mira…
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