* Devora la violencia al gobernador * Urge un comisionado federal * Tuye Guízar: el móvil político * Dos Yunes en el velorio * De los “levantoncitos” a los secuestros de Wade * Felicia y Víctor, caminos distintos * Mónica sigue perdiendo al Verde * Se la comen los fidelistas * M camina hacia la oposición
No son 99 buenas y una mala. Son 99 malas y una peor. Y en esa aritmética que Javier Duarte entiende al revés, están los desaparecidos de Tierra Blanca, el crimen del hermano del diputado Guízar, los embolsados de Maltrata y los 15 o más ejecutados hallados en las cercanías de la Academia de Policía El Lencero. Es violencia y sangre. Es muerte y miedo. Es corrupción e impunidad.
Hace agua la nave duartista en sus últimos días, en los estertores de una mala vida, previsible el naufragio, con la inseguridad a tope, y los muertos, y los secuestrados, y los extorsionados a granel, en un escenario que solo le viene bien a quienes decidieron cogobernar con Javier Duarte desde el lado oscuro de la ley.
Dice el gobernador que la seguridad funciona. ¿Ah sí? Lo dice él y sólo lo cree él. Vive en el autoengaño que nace de la mentira y que se nutre de la simulación.
Dice Javier Duarte que si cinco jóvenes de Playa Vicente fueron levantados por policías en Tierra Blanca, cuando regresaban de Veracruz y no aparecen, es porque puede haber 99 acciones positivas y una mala echa todo a perder.
“Lamentablemente —pregona el gordobés—, en temas de seguridad pueden hacerse 99 cosas bien y con que una salga mal, ése es el tema, como es el caso que hoy nos obliga a estar atentos y pendientes; sin embargo, los resultados ahí están, los índices delincuenciales ahí están y van de manera clara y puntual a la baja en el estado de Veracruz”.
Épica, su frase ya lo tiene en el top ten de la insensatez y la desmesura, vapuleado como pocos gobernadores porque la miopía política de quienes detentan el poder se paga con el descrédito y el desprestigio, el repudio y la condena popular.
Su visión es aberrante. Van 11 días. Los jóvenes no aparecen pese a la evidencia de que los policías los entregaron a un grupo delincuencial, encubierto, por supuesto, por “Culín”, alias el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, cuya identidad se reservó, sean Zetas o Golfos o Jalisco, porque tan arde la papa y tanto le quema que prefirió remitir la investigación a la Procuraduría General de la República.
De 100 acciones policíacas, 99 tienen que ver con el avance de la delincuencia y la estela de dolor, sometido del gobernador a los malosos, su incapacidad para enfrentarlos, por el silencio y el disimulo ante el asesinato y el robo, el plagio, la extorsión y el secuestro.
De 100 acciones, 99 implican al estado fallido de Javier Duarte, pues su aparato policíaco, corrupto hasta las entrañas, no sólo deja hacer sino que se involucra en actos fuera de la ley, levantando inocentes, traficando con su vida, condenándolos a morir en manos de seres sin entrañas.
Pero Javier Duarte lee el mundo al revés. Supone que la policía realiza 99 acciones buenas y sólo incurre una mala, y esa es la que echa todo a perder.
Lo secunda “Culín” con su lenguaje mamón. Lo ocurrido a los jóvenes de Playa Vicente, cita el fiscal, es la excepción. La regla, según el cachondo de Motita, es la aplicación de la ley, la seguridad para todos, la vigilancia efectiva, la ley y el orden, el imperio del derecho y el Veracruz ideal.
Va una:
“Hay desde la Federación, la instrucción su-per-la-ti-va, de parte del presidente Peña, de depurar los cuerpos policíacos.
Va otra:
“Sin embargo, las instituciones no escapamos de que exista aún algún mal elemento, que no es la regla, es la excepción. Aquí lo importante es que esos malos elementos que traicionan SU PATRIA y SU UNIFORME sean castigados a la luz del derecho.
Aquí la palabrería es superchería. Sirve para ocultar la verdad. Además de “Culín”, mamón.
No es que Javier Duarte y su fiscal crean en lo que dicen. Es que lo dicen para engañar, para matizar la realidad, para suavizar el terrible escenario de violencia y la espiral de muerte que domina a Veracruz.
Tienen, sin embargo, un problema. No se les puede creer.
Ni hay 99 acciones policíacas positivas. Ni se hacen 99 cosas bien. Ni es sólo una que sale mal. La debacle es al 100 por ciento.
Hoy el tema son los jóvenes de Playa Vicente que regresaban de Veracruz tras una semana de vacaciones, que se dirigían a su lugar de origen, que al pasar por Tierra Blanca fueron detenidos por un grupo policíaco, trepados en una patrulla, desaparecidos y entregados a un grupo delincuencial.
Hoy el tema es que la policía no protege porque es una policía criminal. Son detenidos seis elementos y el delegado de Seguridad Pública (SSP), Marcos Conde Hernández, afamado por levantar jóvenes, colegas policíacos, maleantes y no volverse a saber de ellos.
Arrestado por el Ejército por negarse a las revisiones de armas —por algo será—, más tarda en ser apresado que en recuperar su libertad. Es un prima dona en el espectro de corrupción duartista.
Reprueba exámenes de confianza. Y sigue ahí. Labora en la SSP, solapado por el secretario de Seguridad, Arturo Bermúdez, favorito entre favoritos del duartismo, corresponsable el general de cero estrellas de la violencia sin freno.
Hoy el tema es también el crimen del constructor José Gertrudis Guízar Valladares, hermano del diputado federal y líder del Partido Encuentro Social, Gonzalo Guízar, al evitar que secuestraran a su nieto, a las puertas de su hogar, abatido por cuatro balazos, en Coatzacoalcos.
Tuye Guízar era temperamental, conflictivo y saltaba de tribunal en tribunal, acusado de despojo de terrenos o acusando a los ladrones mayores, los Hillman, los Ramón, los Anaya, los González, los Macías, los Pancho Colorado, los Fideles, los Duartes, las inmobiliarias, de arrebatar la tierra, de secuestrar al notariado y al Registro Público de la Propiedad.
Recibió amenazas, vía mensajes de texto. Le mataron y quemaron al velador de una propiedad. Asesinaron a otro Guízar creyendo que era su padre. Cuando le iban a secuestrar a su nieto, enfrentó a un sicario, lo golpeó, le asestó un cachazo. La respuesta del matón fueron cuatro balas que le arrancaron la vida.
Hoy son los embolsados de Maltrata y los 15 o más cadáveres hallados en las inmediaciones de la Academia de Policía El Lencero, que provocan la sospecha y el recelo popular, las pistas de la tortura de la que tanto se habla en torno a la escuela donde se adiestra a los cuerpos policíacos de Veracruz, ahí donde dicen que torturaron y mataron al cantante Gibrán, de La Voz México, por el que Javier Duarte tuvo que admitir una recomendación de Derechos Humanos por desaparición forzada cuando tenía todo para exonerar a la policía y responsabilizar al crimen organizado.
Es el Veracruz fallido de Javier Duarte. Y por ello opositores y hasta aliados, priistas y no priistas, demandan la caída de Bermúdez y del fiscal “Culín”.
Exigen los Yunes azules —Miguel Ángel, el diputado panista, y Fernando, su hijo, el senador— que sean entregados a la PGR por su implicación con el crimen organizado, a la vista las huellas de la corrupción, evidentes con el caso de los jóvenes de Playa Vicente que fueron entregados a una banda delincuencial. Y a sabiendas de qué grupo es, el fiscal Bravo Contreras guarda silencio encubridor.
Urge un comisionado de seguridad federal. Veracruz va en la ruta de Michoacán, rebasadas las instituciones, la policía, el Ejército y la Marina por la delincuencia, pero sobre todo traicionadas por la complicidad del duartismo con los malosos.
A los Yunes azules se suman diputados de casa, uno de ellos Francisco Garrido Sanchez, de AVE, presidente de la Comisión de Vigilancia del Congreso de Veracruz; líderes de la CROC que demandan el retiro de Bermúdez Zurita de la Secretaría de Seguridad; la iglesia católica y evangélica, que exhiben la fragilidad de las estrategias frente a la delincuencia.
Héctor Yunes, virtual candidato del PRI a gobernador, comparte la indignación. Pero matiza. Confía en que la autoridad esclarezca la suerte de los jóvenes de Playa Vicente. “Todo el poder del Estado mexicano debe movilizarse para encontrar a los cinco jóvenes de Tierra Blanca. Es un hecho que nos consterna y nos indigna a todos”, dice.
Y frente a la debacle, lo único que atina a decir Javier Duarte es que se realizan 99 acciones buenas en materia de seguridad y una que sale mal le echa a perder el show.
Es el Veracruz de violencia y sangre, de muerte y miedo, de corrupción e impunidad.
Pero Javier Duarte sostiene que va bien.
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Archivo muerto
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Seguir la línea del móvil político, demanda Gonzalo Guízar Valladares para esclarecer el crimen de su hermano José Gertrudis. Refiere presiones, el asedio de los priistas, la necesidad de que el Partido Encuentro Social, que él preside en Veracruz, trabara alianza con el PRI, evidente la sonora derrota que sufrirá el tricolor, el duartismo y el fidelismo en la próxima elección para gobernador. Dice Gonzalo Guízar que nada se puede descartar, pero la insistencia priista y el rechazo del PES pudieran tener algo que ver en el asesinato de José Gertrudis, acribillado de cuatro balazos la mañana del miércoles 20 en el centro de Coatzacoalcos. “En la vía política que no se puede descartar tampoco este móvil, sin especular pero no descartarlo. Hemos insistido en ir solos sin alianzas políticas y mucho menos con un gobierno corrupto que representa inseguridad, que representa corrupción y finanzas públicas totalmente insanas e irresponsables en su ejercicio. Ellos insisten en que vamos a ir con ellos y es un dimes y diretes de que nosotros no vamos a ir en alianza y ellos dicen que sí vamos a ir en alianza, entonces son hechos públicos que ahí están”. Al velorio de José Gertrudis acudieron dos Yunes: Miguel Ángel y Héctor, contendientes del PAN-PRD y el PRI al minigobierno de Veracruz, primos, oriundos de Soledad de Doblado. Amigos de Gonzalo Guízar, uno lo llevó al PAN en 2010 cuando Fidel Herrera lo toreó y le negó la candidatura a la alcaldía de Coatzacoalcos, y la refrendó en 2013, sin lograr el triunfo en las urnas, y el otro es su amigo de siempre; Gonzalo y su grupo político fueron la estructura hectoryunista mientras el hoy líder del PES se mantuvo en el PRI… ¿Pues no que eran “levantoncitos”? Pide ahora Jorge Wade González que el gobierno dé fin a los secuestros de petroleros, recupere la tranquilidad de todos, que la Secretaría de Seguridad de Veracruz garantice precisamente eso, seguridad a los minatitlecos. Sacude al cacique de la Sección 10 del sindicato petrolero los dos secuestros ocurridos en los 20 días que van de enero. Habla en la sede de la 29 Zona Militar, junto a él la fiscal regional, Samyra Khoury Colorado, la “nuera”. Y entonces los minatitlecos activan la memoria. ¿No es este tipo el mismo que se jactaba que en Mina no había levantones sino “levantoncitos”, así chiquititos, como si los plagiarios no provocaran terror y dolor. ¿Quién dijo por ahí que Jorge Wade ya chochea?… Felicia se broncea en el Caribe y acá, en el pantano del sur veracruzano, Víctor Rodríguez Gallegos, su mentor, suda la gota gorda tratando de caerle bien al pueblo para no perder la diputación local por el distrito Coatzacoalcos Urbano. Temporal o definitiva, la separación se nota y se siente, pues no es lo mismo que la estratega le allane broncas, lo inserte en el ánimo de la gente, le organice los eventos, a que sea su esposa quien ahora lo acompañe. Felicia Parra, quizá por unos meses, se aleja de la escena política y del marcelismo. ¿O será para siempre?… A pedazos se le va desgranando el Partido Verde a Mónica Robles de Hillman. Desplazada por el fidelismo, pronto será relevado de la presidencia local Julio Ramos, ya sea por Christopher Alan Santos o por Diego Fernández, ambos ligados al gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, Diego en la línea de Jesús Antonio Macías Yazegey —Tony Mesías o el suegro incómodo del gobernador Javier Duarte—, fuertemente vinculado a la ex primera dama, Guadalupe Félix de Theurel, otra fidelista. Todo lo que huele a PVEM comienza a ser acapardo por Diego Fernández, lo que implica que la fidelidad se come a la diputada Mónica Robles, evidente la debacle de quien suponía que con el Partido Verde y con Pepe Yunes Zorrilla en el minigobierno de Veracruz aseguraría ser alcaldesa de Coatzacoalcos en 2018. Pues el Partido Verde ya lo perdió y el senador peroteño no llegó a la meta. De ahí sus videos que traslucen ansiedad y desesperación, por llamarle de una manera decente… ¿Quién es ese político, priista de años, con estructura y operadores, acaudalado porque no se pasa por los cargos públicos sin hacer fortuna, ansioso de romper amarras e irse a la oposición y desde ahí contender por la diputación local en el distrito Coatzacoalcos Urbano? Tres pistas: no sería candidato en la alianza PAN-PRD sino de Morena, le da cuerda el fidelismo y en su nombre lleva una M…
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Foto: Formato 7